OPINIóN
Actualizado 24/06/2017
Fructuoso Mangas

Es una impresión generalizada y creo que está confirmada con suficientes acreditaciones. Me refiero a que vivimos al margen de lo que hay y de lo que pasa. Y esto a todos los niveles y en todos los espacios. Selecciono algunos ejemplos que a poco que se consideren confirman la hipótesis de que una de dos, o somos extraterrestres, y esta posibilidad no es del todo descabellada, o que vivimos como si lo fuéramos, que es lo que parece más probable dada la despreocupación que exhibimos ante lo que pasa a nuestro alrededor.

Parece mentira que poniendo cada día los dos pies en el suelo nada más levantarnos, al momento aun con el periódico delante nos elevamos por encima de lo que sucede en el mundo de cerca o de lejos, aunque estos matices hoy son irrelevantes, porque todo está ya a la vuelta de la esquina. A lo más se masculla de prisa y mal alguna noticia más chocante si es que hay con quién y si es posible ya que haya algo que choca y al momento sale, quien sea, disparado hacia él sabe dónde para llegar a tiempo y cumplir su horario. No hay huida, pero sí se organiza cada día un barrido total dejando todo a cero como la agenda de un extraterrestre. Y luego el cansancio, los desperdicios de cada día y la leve novedad de la tarde imponen una inevitable capa de olvido y de indiferencia. O sea, extraterrestres.

Y entre otros muchos grupos humanos vienen luego los políticos, en general de cualquier signo y tendencia. Suelen manifestar una especial sensibilidad hacia los problemas de la gente, aunque sólo se les note en momentos concretos de su existencia, sobre todo cuando están expuestos en el escaparate a la vista pública o cuando necesitan que se les eche una mano para seguir en la cosa. Pero esa atención a la gente, sobre todo a la gente políticamente improductiva, que son casi todos los pobres o medio pobres, desaparece con una facilidad que parece enfermiza y con una contundencia que si no es congénita no tiene fácil explicación. O que sean extraterrestres, que tampoco es tan disparatado como dirían los del Quinto Milenio. Cosas más raras se han demostrado?

Y por tocar más palillos, me refiero ahora a un fenómeno especialmente doloroso, al menos para el que esto escribe y que se repite año tras año con una reincidencia que casi reclama el atestado de un juzgado de guardia cristiana. Me refiero a la Fiesta oficial, diocesana, del Corpus. La Eucaristía, como todo sacramento, y la Procesión, por especial signo cristiano, tienen las dos una inevitable carga de caridad y de justicia y sin embargo a veces cuando son celebradas aquí parecen eso, extraterrestres. Ni media alusión a los pobres ni defensa del amor diario a cada prójimo ni llamada a la justicia de cada día, ni provocación a la misericordia ni con los que sufren acá ni con los portugueses calcinados ahí al lado ni con los repescados, vivos o muertos, da igual, en pateras hoy mismo ahí cerca, en el sur nuestro. Cosa de extraterrestres, al margen de esta tierra, de sus gentes y de sus problemas.

Se dice a veces, con razón y con fina ironía, que hay que inyectarse fantasía para no morir de realidad. Y es verdad, aunque según los casos, porque otras veces hay que inyectarse realidad para no quedarse en pura o impura fantasía. Este es el caso que nos ocupa.

Y tengo todavía un margen de doscientas palabras, unas doce líneas, pero no me encuentro con ánimo para seguir dándole más vueltas a este sinsabor. Así que aquí lo dejo.

No sin antes reconocer en mi propio uniforme de mi vida diaria algunas listas extraterrestres. A ver si las voy borrando a base de realidad de la buena.

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