Vengo de Marbella. Coincidiendo con la ola de calor en buena parte de España, mi mujer y yo hemos pasado una semana a una temperatura excelente. Seguro que ha sido por el microclima del lugar en que nos alojábamos, a un paso de la playa Mistral, pero no deja de ser una de tantas contradicciones con las que topamos en la vida cotidiana. Mi prevención a sufrir el calor me ha mantenido casi siempre alejado de Andalucía; ¿quién me iba a decir que allí iba a dar con un oasis coincidiendo con la ola de calor? La verdad es que no sé por qué me sorprendo porque nos ocurrió lo mismo en Kenia y Tanzania, donde disfrutamos de un clima agradable, aire puro y, en contra de lo que yo me temía, ningún problema con los insectos.
Y hablando de paradojas, en la Costa del Sol comí antesdeayer un bacalao al pil-pil comparable al que se puede degustar en los mejores restaurantes de Bilbao. Fue en un bar de tapas desde el que dibujé el apunte urbano de la ilustración adjunta. Por cierto, Marbella tiene el mismo número de habitantes que Salamanca capital, y en verano triplica la población.