En la cuestión del clima tenemos en general tan mala memoria como en otros temas, más o menos traumáticos. Apenas recordamos que llevamos varios meses de junio seguidos (o casi seguidos) con temperaturas muy por encima de lo normal de los anteriores meses de junio. Y llevamos otoños calientes, inviernos poco fríos, primaveras cortas, veranos interminables, al menos desde hace un par de décadas.
Nos resistimos a admitir que no se trata de episodios aislados de calores excepcionales, sino de un proceso global de calentamiento de nuestro planeta. Nuestra resistencia quizás tiene que ver con las consecuencias prácticas que tendríamos que asumir, si no existieran dudas, en nuestros modos de vida; algunas de ellas que afectan al ciudadano medio de los cinco continentes son ya sabidas: menor contaminación atmosférica industrial, menor circulación de vehículos en las ciudades, cambio a energías renovables,etc.,etc.
Otro mecanismo de defensa que subyace ancestralmente en nuestros cerebros para todo cambio que implique alguna pérdida es el de "¡que lo hagan otros!" "que empiecen otros?", sin querer darnos cuenta que en este tema (como en tantos otros) estamos todos tan interrelacionados que los españoles somos tan decisivos para la lucha contra el cambio climático como los norteamericanos, los chinos o los australianos.
Los magnates de las industrias petroleras y otras están muy interesados en engañarse a sí mismos y engañar al resto, negando la obviedad del cambio climático: sus intereses económicos son enormes. Pero nosotros, los ciudadanos que vivimos con mayor o menor esfuerzo de nuestro trabajo tenemos que pensar que no ganamos nada negando el cambio climático; en él todo son pérdidas: de salud, de pérdida de flora y fauna, incluso de territorios cercanos al mar.
Terminando esta corta reflexión bajo el calor de esta larga semana de sudores (la producción disminuyen con las altas temperaturas) recordaremos que el aumento del calor, como el aumento del ruido del medio entorno, incrementa en la conducta humana la agresividad, además de la capacidad de atención y concentración.
Pongamos de nuestra parte, por ínfima que nos parezca, los cuidados al medio ambiente que nos rodea y esperemos que la madre naturaleza no nos muestre sus terribles poderes más de lo que ya lo está haciendo ( como desgraciadamente los han sufrido los vecinos portugueses con el terrible incendio de hace unos días, que nos ha conmovido a todos tanto).