El gran escritor e intelectual argentino Jorge Luis Borges, un par de días antes de recibir el Premio Cervantes, hablamos de abril de 1980, se entrevistó durante poco más de una hora con el alcalde de Madrid don Enrique Tierno Galván, y de aquella convers
La semana pasada, la moción de censura de Unidos Podemos a Rajoy, con el resultado conocido de antemano, no podemos decir que estuvo carente de interés. Vimos en fondo y forma un presidente bastante más apagado que de costumbre; a Pablo Iglesias más moderado en el tono y más sustancial en la argumentación, algo lógico por llevar la batuta; a un Rivera, con guantes de boxeo contra Pablo y de seda para zaherir a Rajoy, y al debutante del Partido Socialista, señor Ábalos, duro o blando según la ocasión, pero bastante bien en líneas generales. Por último, habló don Rafael Hernando, a quien no lo calificamos porque nos tuvimos que ausentar, quizá hablara de la silla de Echenique. No sabemos. Y el resto de participantes, en su papel, pero debemos destacar el chaparrón que le cayó encima al señor Iglesias por parte de la señora Ana Oramas de Coalición Canaria.
Con estos mimbres y volviendo a la entradilla, queremos destacar en particular la trabazón en la que se envolvieron los señores Albert e Iglesias por querer parecerse, sin citarlo, a alguien con tanta escuela como don Enrique Tierno, sin pararse a pensar que don Enrique, aparte de político, era un intelectual con mucho recorrido que podía pasar horas con Borges y semanas con Albert Camus sin aburrirse. Y al querer Rivera e Iglesias presumir de eruditos, entraron en temas de "intelectuales en el poder" y se quedaron en la superficie. Aunque le disculpe a Rivera que sacase a colación a Camus quizá por la coincidencia de llamarse Albert como él. ¡Vaya usted a saber!
Pero ya que se pusieron el traje de buzo aunque no bajaran a las profundidades, al menos agradezcamos a ambos que se refirieran a Albert Camus para que nosotros, el pueblo, no demos por perdidas esas horas que les regalamos ante el televisor, y unos para recordarle, otros para conocerlo y todos para quitar el polvo a algún libro de Camus, hiciéramos de ello nuestro "trending topic" particular en busca del pensador, ensayista, novelista y dramaturgo, quien nació, hijo de un obrero agrícola, en Mondovi (Argelia) el 7 de noviembre de 1913 y murió cerca de París, en accidente de circulación, el 4 de enero de 1960, a los 46 años de edad.
Una muerte muy joven de un intelectual tan precoz que tres años antes había obtenido el Nobel de Literatura. Sus obras narrativas "El extranjero" y "La peste", teatrales, como "Calígula" y "Los justos" o ensayos como "El mito de Sísifo" o "El hombre rebelde", aparte otras, unas veinte en total, más su ingente labor como periodista y director de periódicos europeos y argelinos, ya nos da una idea de la persona en la que cualquier ser instruido querría verse reflejado.
Albert Camus, quizá desdeñado por lo del Nobel con sólo 43 años, fue ensombrecido por la intelectualidad por muchos años, pero no por los lectores, que no han dejado jamás de comprar sus libros. Luchador desde la infancia, fue huérfano de padre a la edad de un año, y siendo su madre de ascendencia mallorquina, ésta supuso un gran influjo para que conociera la causa republicana y ser un tenaz antifranquista. En su cuaderno de notas, en el año 1937, Camus había escrito: "Si tuviera que escribir un libro de moral, tendría cien páginas y 99 estarían en blanco". ¿Lo decía por nuestra guerra incivil? Probablemente.
Imbricado en la política y cultura francesa, se afilió al partido comunista, aunque lo abandonó pronto cuando se descubrió la existencia de campos de concentración en la URSS. Hecho suficiente para que polemizara con Sartre renegando de "esa revolución que no es compatible con el honor y la dignidad", frase dicha por uno de los personajes de su obra "Los justos". En sus desengaños políticos, en cierta ocasión dijo que había que ser "santos sin Dios", y abundando más en este tipo de argumentaciones, señaló que "la libertad no la aprendí en Marx, sino en la miseria".
En resumen, fue un luchador infatigable en la búsqueda de la libertad y la justicia, a quien se le podía aplicar sus propias palabras: "Las filosofías valen lo que valen los filósofos, cuanto más grande es el hombre, más verdadera la filosofía". Y por sus ideas, conocimientos y carisma fue invitado a dar conferencias por muchas universidades norteamericanas. Eran otros tiempos. Hoy se invita a expresidentes de gobierno.
Así, no terminamos de comprender por qué el señor Rivera cita a Albert Camus en la moción de censura sólo unos días después de asistir a una conferencia de don José María Aznar y no cita a nuestro expresidente.