En Carolina del Norte (USA), una profesora es encarcelada por tener conductas sexuales con tres menores, alumnos suyos.
Esto podía haber sucedió en España también; de hecho es seguro que está pasando con cierta frecuencia (¿cuánta?, queridos compañeros de universidad que, aunque con excepciones, seguís en una burbuja sin estudiar la realidad).
Se habla mucho, con razón, de los abusos sexuales y violaciones, cometidos por varones; y del acoso sexual de éstos en el mundo laboral. Pero estas cosas ocurren también en el mundo docente, especialmente en institutos y en las universidades, en muchos más casos cometidas por los varones. Pero también cometen este tipo de maltrato algunas mujeres.
Los abusos y acosos sexuales perpetrados por mujeres han sido más silenciados y peor investigados. Por otra parte, en nuestra tradición no era infrecuente que los adolescentes iniciaran su vida sexual con mujeres adultas (criadas, vecinas, tías, etc.), no considerando esto una forma de abuso o acoso, sino una experiencia afortunada. En nuestra investigación de abusos sexuales (1994) ya detectamos un porcentaje importante de casos (López, F. ,2014. Los abusos sexuales y otras formas de maltrato sexual. Madrid: Síntesis).
No tenemos datos actuales, pero es probable que con la mayor "liberación de las costumbres sexuales" de las mujeres, unida a los cambios en la moral sexual, la asociación de alcohol y ocio, así como otros muchos factores, las mujeres hagan con mayor frecuencia usos inadecuados de la sexualidad. Ya hemos conocido profesionalmente varios casos como el de Carolina del Norte.
La libertad es un don maravilloso, y los seres humanos la tenemos también en las actividades sexuales y amorosas, porque podemos tomar decisiones sobre nuestra conducta sexual. Nuestra sexualidad no es un instinto animal, sino una pulsión poderosa en el "reino de la libertad". Podemos y debemos tomar decisiones, con ética sexual y amorosa.
Las mujeres, gracias a su lucha, entre otras cosas, han mejorado mucho su grado de libertad sexual en las últimas décadas. Uno de los logros, no acabados, del siglo XX y XXI. Pero es probable que también se estén incorporando a errores que ayer y hoy son más propios de hombres sin ética sexual o con dificultades para controlar su deseo sexual. Ya nos gustaría que la igualdad entre los sexos, en este campo, siguiera otro camino.
Puede estar pasando como con las tareas domésticas: cada vez más padres tratan por igual a sus hijos y a sus hijas; pero la igualdad con frecuencia significa que unos y otras no ayudan en nada a sus padres y abuelos. ¿El resultado? La comida rápida, ya me entienden.