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Jorge, mi amigo y contertulio del bar de Emilio, vuelve a sus líos ideológicos, a sus paranoias.
Resulta, que había confiado mucho en el regreso de Sánchez y en su prometido giro a la izquierda. Él, que es socialista de los de toda la vida, desde los tiempos de instituto, veía la posibilidad de regeneración interna, de avance, de recuperación de lo social por encima de lo económico. ¡Y ya se ha dado el primer batacazo!
Los de Juventudes Socialistas, con ese empuje que otorga siempre no haber cumplido los treinta, pidieron al partido la apuesta por la república. Sánchez ha frenado el debate. Y es que, desde que Felipe González se definiera antaño como Juancarlista, la monarquía tiene amparo para rato dentro del PSOE. Y la ideología socialista, fosa para el presente y para su futuro hipotecado por las conveniencias.
Jorge, que es republicano convencido, vuelve a mirar a la izquierda y se topa con Podemos, que no le gusta.
¡Pobre Jorge! Ha de decidir entre el partido que mejor recoge sus ideales, el de Iglesias, o el que fundara el Pablo Iglesias original y al que los González, Guerra, Rubalcaba, Zapatero, Susanita y otros tantos, han relegado a un centro derecha cada vez menos centro y más derecha.