OPINIóN
Actualizado 11/06/2017
@santiriesco

Mi admirado Pepe, alto ejecutivo jubilado de la cosa eléctrica y escritor quijotesco en activo, me escribió hace unas semanas. En su correo decía que estaba cansado de leer informaciones que le amargaban el día. Que la vida es mucho más que el olor a carne quemada de las bombas de Siria, infinitamente más que los atropellos y cuchilladas de terroristas sin cerebro, ni alma a los que han secado previamente el corazón. Comentaba el bueno de Pepe que estaba cansado de corruptos y corruptores, de crónica negra y prensa rosa, aunque sea deportiva, porque todo era amarillo. Y que iba a emprender una cruzada por la información auténtica y esperanzada, por la que apenas tiene cabida en los medios pero siempre se cuela en algún breve, por una rendija del suplemento de fin de semana, en un faldón de página par, porque se ha caído a última hora un tema por motivos de publicidad, porque siempre hay algún periodista deseando que le dejen hacer su trabajo de verdad a la espera de un hueco donde colar información de servicio, que enseñe, que dé esperanza, alguna noticia agradable.

Ha comenzado Pepe su activismo periodístico enviando un correo semanal en el que recoge las noticias amables que se ha ido encontrando. Y yo, que soy un utópico y enseguida me emociono con estas cosas, le he bombardeado con ideas para llegar más lejos, más fuerte y más alto con su iniciativa. "Pepe, tienes que montar un blog, y perfiles en las redes sociales". Y el bueno de Pepe, que tiene una paciencia infinita y una sabiduría forjada a fuego lento en la fragua de la cultura clásica, me explica con tono amable -como las noticias que selecciona cada semana- que no se lleva muy bien con las nuevas tecnologías. Y que es sólo un juego de buena onda para los amigos enfrascados en la vorágine de la información, de la lectura, de la escritura. De la vida.

Y me ha enganchado. Soy un adicto a los correos de Pepe. Necesito el oxígeno que me proporcionan las tres o cuatro noticias que envía con un brevísimo comentario previo a cada uno de los enlaces. Y no es que sean noticias amables, es que es la demostración de que otro mundo está siendo posible y no se puede esconder. Porque las buenas noticias, aunque alguien diga que no son noticia, se siguen colando en los medios. Y da gusto que alguien las busque, las encuentre y te las envíe cada semana de forma casi secreta, como si de un producto ilegal se tratase, como si traficásemos con la más clandestina de las informaciones, con esas noticias que se cuelan entre el dolor y la miseria, con las piezas que hablan de lo único importante, de que es posible ser feliz, de que sólo hay que saber mirar y disfrutar de lo que nos parece normal. De ser conscientes. De amar.

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