Coincidiendo con las semanas más cargadas de exámenes para la población estudiantil, de los distintos niveles educativos, centramos la atención en esta antigua y aún presente sintomatología que muchos estudiantes sufren: los síntomas pueden ir desde bloqueos completos y fracasos sistemáticos en los exámenes a tener en ellos un rendimiento por debajo de lo que objetivamente muchos estudiantes podrían conseguir.
Dejaremos a un lado, obviamente, aquellos casos de estudiantes que no consiguen superar la prueba por falta de preparación suficiente y aquellos que atribuyen sus negativos resultados a "la mala suerte".
La característica más definitoria de que las dificultades subjetivas ante los exámenes pertenezcan a la psicopatología es el hecho de que el/la estudiante las padezca sistemáticamente; no en una ocasión excepcional, o en una materia determinada, o con un profesor/a concreto, sino ante todas o la mayoría de las situaciones de examen.
Además de la intensidad de los síntomas ante el examen ( nerviosismo, sudoración, dificultad de exponer lo aprendido, ansiedad generalizada?) en el proceso de psicodiagnóstico de estos casos se tiene en cuenta también la exploración de otras situaciones de la vida emocional y de relación del estudiante aquejado por estas dificultades, así como las circunstancias de su vida familiar y actitudes básicas de los padres frente a los éxitos o fracasos escolares. Queremos decir que la causalidad de las dificultades significativas ante los exámenes es compleja y variada: cada sujeto tiene su propia historia y es el conjunto de vicisitudes de esta historia individual y familiar las que darán un significado o explicación definitiva a estas dificultades. Por ello los consejos generales y las medicaciones son, en general, de muy poca ayuda en estas situaciones, sobre todo cuando aparecen repetitivas e intensas.
Un proceso psicoterapéutico finaliza generalmente cuando el sujeto es consciente de sus deseos más genuinos, por ejemplo en relación a estudiar tal carrera o profesión; cuando sabe si es él el que desea hacerlo o son los deseos de otros, de sus padres o sustitutos, los que están en el origen de la motivación. Y cuando es consciente de sus capacidades intelectuales o técnicas y de sus limitaciones, y no hay una sobrevaloración o subvaloración de sus posibilidades.
Una experiencia de fracaso en unos exámenes, que razonablemente el estudiante podría haber superado, es una ocasión que puede ser aprovechada positivamente para centrar la atención en la vida emocional del sujeto y demandar orientación pedagógica o psicoterapéutica para resolver el conflicto.
Lo peor que se puede hacer en estos casos de dificultades repetitivas, sin base racional, es no hacer nada, excepto disgustarse o autorreprocharse los fracasos.
F. Delgado. Doctor en Psicología. email: francisco.delgado3@gmail.com Tfno: 602496257.