El viento agita ahora las espigas de avena incandescente. ¿Quién me oirá segar la luz con la desbrozadora? El sol va derrumbándose entre encinas. Dejo en los árboles quietas mis palabras. Siego el silencio pedernal. Celeste, el campo sueña bajo el resplandor anaranjado del atardecer.