OPINIóN
Actualizado 04/06/2017
Soraya Herráez y Rebeca Martín

Las palabras que intercambiamos todos los días van cargadas de emociones y de significados. Con ellas podemos alegrar el día a la gente que nos rodea o hacérselo más amargo. Y si encima hablamos de un ámbito sanitario, donde la relación entre los que hablan no suele ser d eigual a igual sino de profesional a paciente o viceversa, las palabras que usamos multiplican su significado e importancia.

Cuidar nuestras palabras también significa cuidar a la gente que las recibe. Y si por alguna causa asociada al tiempo, a la vida misma o a la razón que sea, no te sientes capacitado para cuidarlas te proponemos que recurras a los libros, los más grandes almacenes de palabras, para encontrar en ellos la manera más adecuada de expresarte y añadirle además un punto de vista divertido a lo que quieres decir. Si, te proponemos que cuides con libros, ¿qué te parece?

Desde los libros, es posible ofrecer un canal de comunicación que facilite la comprensión de enfermedades, por ejemplo, y permite además de una forma relajada entender qué está pasando y cómo afrontar la recuperación. Es importante que se entiende el papel del libro como vía comunicativa adaptada a los pacientes según sus necesidades, y fundamentalmente cuando hablamos de pacientes infantiles.

Con respecto al lector infantil es posible que a través de la lectura del cuento el niño vea reflejada su situación y se identifique con el protagonista de la historia. De esta manera puede reconocer los sentimientos que están implicados en el desarrollo del relato y puede descubrir en él sentidos que le aclaren su propia situación de vida. O sea, que encuentra en la lectura una manera de explicar situaciones conflictivas para las que a veces es difícil encontrar las palabras.

Podemos encontrar ejemplos interesantes como Ramón Preocupón, de Anthony Browne, en el que el protagonista vive permanentemente preocupado y necesita la ayuda de su familia para gestionar sus emociones; o Por cuatro esquinitas de nada, de Jerome Ruillier, en el que aceptar la diferencia es la clave para poder normalizarla e integrarla; incluso descubrir cómo funciona un hospital y perderle el miedo con las aventuras de Maisy va al hospital, de Lucy Cousins, que ayudan a los lectores más pequeños a enfrentarse a la visita al médico con tranquilidad; o enfrentarse a las consecuencias de un tratamiento médico con creatividad, como Nicomedes el Pelón, de Pinto y Chinto, quien para que le gente no se de cuenta de que está calvo, recurre a una idea muy original y divertida.

Los libros son un recurso inagotable que nos permite conocernos mejor a nosotros mismos, descubrir el mundo que nos rodea y ayudarnos a entenderlo, con imaginación y creatividad. Además al identificarnos con algunos personajes nos acordamos de que nos estamos solos y que, al contrario de lo que se ha pensado de forma tradicional, la lectura no es una actividad solitaria. Es una propuesta social, cultural, educativa...¡ y saludable!

Rebeca Martín

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