OPINIóN
Actualizado 29/05/2017
Redacción

La música es sinónimo de libertad,

de tocar lo que quieras y como quieras,

siempre que sea bueno y tenga pasión,

que la música sea el alimento del amor.

Kurt D. Cobain

Conmueve y emociona hasta las lágrimas escuchar y ver a la juventud musical de Venezuela, enfrentándose a los esbirros y matones de la dictadura castro?madurista sin más armas que sus violines, cuatros y clarinetes.

En las reprimidas, gaseadas, baleadas, perdigonadas, concentraciones que la oposición realiza para demandar democracia y libertad, nuestros aguerridos jóvenes enfrentan - sin miedo - a los matasiete y bravucones guardias, policías y colectivos, interpretando el Himno Nacional como expresión de hermandad, para comunicar que todos somos venezolanos, hijos de la misma Patria.

Por el contrario, encoleriza y enfurece contemplar como la gloriosa Guardia Nacional, sin compasión o misericordia alguna, arremete contra un humilde violinista y lo golpea sin piedad, para luego proceder a destrozar el violín que es su compañero de vida, el instrumento con que expresa su reclamo libertario. El llanto y la desesperación de este joven músico venezolano ante la irreparable pérdida, es fiel ejemplo de la infamia y la degradación de la que hacen gala nuestros insensibles guardias nacionales.

A los jóvenes músicos se han sumado compositores y cantantes para realizar su sonora contribución a la causa de la libertad y la fraternidad nacional. Hay composiciones de todo tipo, pero en especial destaca la que dedican a nuestras aguerridas mujeres, quienes, con los pechos al aire como amazonas contemporáneas, demuestran que también tienen los ovarios bien puestos a la hora de defender un mejor futuro para la desolada patria. Nuestras mujeres reflejan muy bien lo escrito por Pablo Herrero Ibarz y José Luis Armenteros Sánchez en su ya emblemática e idiosincrásica canción dedicada a Venezuela:" La mujer que quiero tiene que ser corazón, fuego y espuela, con la piel tostada como una flor de Venezuela."

Duele ver que ahora por efecto de esta sanguinaria y carnicera represión, nuestros jóvenes músicos ya no sólo tocan en teatros y salas de concierto; el Cementerio del Este es nuevo lugar para expresar su llanto y dolor por la pérdida de un colega, tal como sucedió en el emocionante y conmovedor velatorio y entierro de Armando Cañizales, vilmente asesinado en la flor de su vida.

Sobrada razón tenía el compositor Robert Schumann cuando afirmaba que:

La música es el lenguaje que me permite comunicarme con el más allá.

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