Sobre la ropa limpia puesta a secar, prendida con unas pinzas multicolores, que nos llevan a la niñez, y sobre de acogedora madera, reposa el gato. La calidez solar de su aspecto nos habla de delicia y de un sueño muy puro, un sueño sin conciencia, como
Sobre la ropa limpia puesta a secar, prendida con unas pinzas multicolores, que nos llevan a la niñez, y sobre de acogedora madera, reposa el gato. La calidez solar de su aspecto nos habla de delicia y de un sueño muy puro, un sueño sin conciencia, como si estar ahí, sin más, ofrecido al espacio y a la luz, fuera el don más alto que se nos pudiera conceder. Y todo lo demás es superfluo, sobra. Pues basta con estar ofrecidos.
José Luis Puerto (Texto) / Luis Carlos Santiago (Fotografía)
Un gato duerme tranquilo al sol de la Sierra de Salamanca