OPINIóN
Actualizado 23/05/2017
José Javier Muñoz

No es una errata; no me refiero a las guerras sino a mujeres de gran influencia política en su época que ?según nuestras convenciones? se mostraron excepcionalmente promiscuas y poco escrupulosas. Las habrá habido igual o más intensas en sus expansiones sexuales (Cleopatra, Josefina Bonaparte, Catalina de Rusia...), pero me ciño a lo que consta en la Historia escrita sobre personalidades que a una sexualidad exacerbada añadieron el rasgo de la zafiedad.

La primera guarra mundial fue seguramente Mesalina (nacida en el año 17 de nuestra era y fallecida hacia el 48), tercera esposa del emperador Claudio, que influyó en la política de Roma tanto o más que su marido. Su ninfomanía rebasaba el consumo de amantes de su entorno (gobernantes, nobles, soldados, actores, gladiadores, cocineros...) hasta el punto de competir de incógnito y bajo nombre falso con las prostitutas del barrio de lenocinio de Roma. El nombre de Mesalina es hoy sinónimo de mujer libidinosa.

La segunda guarra mundial era española: Isabel II (1830-1904). Hija del gobernante más nefasto que ha padecido España, Fernando VII, y de María Cristina de Borbón, fue descrita así por el Conde de Romanones: "A los diez años Isabel resultaba atrasada, apenas si sabía leer con rapidez, la forma de su letra era la propia de las mujeres del pueblo, de la aritmética apenas sólo sabía sumar siempre que los sumandos fueran sencillos, su ortografía pésima. Odiaba la lectura, sus únicos entretenimientos eran los juguetes y los perritos. Por haber estado exclusivamente en manos de los camaristas ignoraba las reglas del buen comer, su comportamiento en la mesa era deplorable, y todas esas características, de algún modo, la acompañaron toda su vida".

En 1843, recién nombrada mayor de edad y regente, fue al parecer iniciada en el sexo por el presidente del Consejo de Ministros, Salustiano de Olózaga. A partir de entonces se sucedió una batería de amantes, tutores, militares, músicos y ministros. Parió una docena de hijos, ninguno de los cuales perteneció a su forzoso marido legal, Francisco de Asís, al que el vulgo puso el mote de "Paquita Natillas". Una copla popular llamaba a Isabel II "la Golfona". Se asegura que el papa Pío IX dijo que era "una puta muy piadosa". Gustavo Adolfo Bécquer ?sí, el poeta de los versos románticos y refinados? publicó junto con su hermano Valeriano Bécquer una colección de acuarelas porno-irónicas representando a Isabel y varios personajes de la Corte. Una de ellas es la que ilustra este artículo.

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