¿Qué lleva a una mujer búlgara, bibliotecaria, aún joven, a terminar sin un techo en esta ciudad nuestra? ¿Qué avatares, historias, casualidades se entremezclan para concluir en esa situación?
Penka es culta, afable y triste. Lo pudimos saber a través del artículo que escribió hace tiempo para este mismo espacio. Un descarnado y poético escrito en el que repasaba, a través de la fusión de las imágenes de su ayer y de su hoy, el caminar de sus años. Recorrido extraño, desde aquella Bulgaria de los años 80, tras el Telón de Acero, a esta Salamanca del siglo XXI, en la que también se mezclan, y no siempre para bien, el pasado y el futuro.
¿Qué lleva a una mujer búlgara, bibliotecaria, aún joven, a terminar sin un techo en esta ciudad nuestra? ¿Qué avatares, historias, casualidades se entremezclan para concluir en esa situación? Son preguntas inevitables, que surgen todavía con más fuerza al conocer en persona a Penka. Al ver su pulcra letra, con la que dibuja y transmite historias y poemas, al ver el cariño que desprende hacia aquellos que hoy son su familia en Salamanca. Penka relata su historia desde la pena y la resignación, y sonríe, pese a todo, alegre y chispeante, con su bolso en el que se puede leer la leyenda 'Love & Peace' y sus referencias literarias de buena bibliotecaria, amante de las historias universales.
Rodeada de sus mosqueteros, de aquellos que sostienen su día a día en lugares como Espacio Abierto, perteneciente a la red de Cáritas Diocesana, Penka es una ciudadana más de Salamanca, alguien de quien se podría aprender. Se debe aprender. Cosas como que la vida juega sus cartas sin consultar y que es mejor aprovechar el hoy sin pensar demasiado en lo que vendrá. O como que siempre hay gente buena que ayudará en el camino. O como que la mayoría de nosotros somos privilegiados por haber nacido en este lado del mundo, porque tenemos un techo, comida y una red social y familiar que nos recoge en caso de necesidad. Lecciones universales que olvidamos con frecuencia, envueltos en el fragor del día a día, pero que personas como Penka ponen negro sobre blanco, mostrándonos con inocente franqueza la entidad de la vida. Lo que de verdad importa.