El padre Arrupe, que fuera general de los Jesuitas


OPINIóN
Actualizado 21/05/2017
Redacción
13/mayo/sábado

El Papa Francisco acude a Fátima para canonizar a Francisco Marto y Jacinta Marto, dos de los niños pastores que, junto a su prima Lucía, fueron testigos de tres apariciones de un ángel y seis de la Virgen María entre el 13 de mayo y el 13 de octubre de 1917. Francisco y Jacinta han pasado así de beatos a santos. Los beatificó el 13 de mayo de 2000 Juan Pablo II.

La basílica de la Virgen de Fátima está en Cova de Iría, a 130 kilómetros de Lisboa, y es uno de los santuarios marianos más importantes del mundo. Cien años han pasado desde las apariciones a los niños pastores portugueses y desde entonces la gran explanada del templo suele acoger a creyentes de todo el mundo. En total más de 5 millones de peregrinos acuden a Fátima.

Recién terminado quinto curso de Bachillerato hice un viaje por Portugal con varios compañeros del Colegio de los Jesuitas de Zamora. Uno de los lugares a visitar fue Fátima. Me impresionó la fe de muchos peregrinos que hacían parte del trayecto hasta el santuario de rodillas. Imágenes impresionantes de personas que sufrían y que asumían su dolor a cambio de algún milagro de la Virgen. Por un familiar enfermo, por ganar el cielo o por cualquier otro motivo personal.

Las creencias siempre son individuales, cada cual cree en el Dios que considera - o no cree - y todas las personas deben ser respetadas por sus creencias y su manera de expresarlas. Las apariciones de Fátima, o visiones, según los incrédulos, fueron aceptadas como auténticas por la Iglesia en 1930, lo que aumentó considerablemente el número de peregrinos al lugar.

O sea, que la Iglesia tardo 13 años en reconocer lo que vivieron los tres pastores, quienes llegaron a estar presos y amenazados con diversos tipos de tortura si no retiraban lo que habían dicho. Pero no quisieron retractarse, y eso ha sido una de las claves para ser reconocidos como santos. En eso ha intervenido el cardenal José Saraiva Martins, portugués, quien fue Prefecto de la Congregación para la Causa de los Santos en el Vaticano.

El proceso para la beatificación de Lucía, que murió como Carmelita Descalza a los 97 años, ya está en marcha. Francisco y Lucía murieron con 10 años. Un siglo después han pasado a ser santos.

14/mayo/domingo

Termino la lectura de un libro que tenía pendiente hace mucho tiempo: "A.M.D.G.", de Ramón Pérez de Ayala. Las siglas significan "Ad Maiorem Dei Gloriam", el lema jesuítico.

Tres años estuve en el colegio de los Jesuitas en Zamora: quinto, sexto y COU. El Colegio "Alfonso Rodríguez", era un Colegio Menor, por lo que allí hacíamos la vida, pero a clase íbamos como alumnos oficiales al Instituto de Enseñanza Media "Claudio Moyano". Entre estos dos lugares transcurrió la mayor parte de mi vida en los tres últimos cursos de aquel Bachillerato memorístico. Años de ilusión, plenos de emociones juveniles y cargado de esperanzas ante el futuro.

En "A.M.D.G." Pérez de Ayala cuenta la vida en el colegio de los Jesuitas de Carrión de los Condes, Palencia, donde el fue alumno. Narra cosas muy crueles, como hechos muy cercanos a la pederastia, lo que hoy en día atacaría de forma muy directa el Papa Francisco. Pero aquellos tiempos, principios del siglo XX, eran muy oscuros, a los niños se les separaba de sus familias e ingresaban internos en el Colegio, y allí había padres muy buenos y bondadosos junto con otros terribles, capaces de infligir castigos humillantes. Afortunadamente yo nunca viví ninguna situación semejante ni en los Jesuitas de Zamora ni en los Verbitas de Coreses.

Ramón Pérez de Ayala hace una crítica sin remilgos a los Jesuitas. De ellos dice que "no pecan, cometen faltas", "al parecer ningún jesuita se ha condenado", "en la Iglesia lo único importante son los jesuitas; a veces creo que son unos farsantes", "las misas oficiadas por jesuitas logran mayor eficacia que ninguna otra misa por su perfecto latín", "ódienme en tanto me teman", "las veredas del bien son ásperas". También cuenta los sistemas que utilizaban para conseguir que personas mayores, especialmente viudas, ya al final de sus días, les dejaran las herencias. Pérez de Ayala, a través de sus personajes, los califica de "ladrones profesionales". El libro termina con una reflexión muy dura: "¿Cree usted que se debería suprimir la Compañía de Jesús? Y contesta: "De raíz".

Los Jesuitas fueron expulsados de España en 1767 por Carlos III bajo la acusación de haber sido los instigadores de varios motines populares, especialmente el Motín de Esquilache. A los Jesuitas se les acusaba que pretendían de esta forma cambiar la forma de gobierno. El gran historiador Domínguez Ortiz escribió que también Carlos III lo justificó por "la relajada moral de sus miembros, su afán de poder y riquezas y sus manejos en América". Incluso Carlos III consiguió seis años más tarde que el Papa Clemente XIV suprimiera la Orden; fue restablecida en 1814. Pero los Jesuitas fueron expulsados de España dos veces más, en 1835, durante la Regencia de María Cristina, y en 1932, en la Segunda República.

Cuando yo estudiaba en el Colegio del Verbo Divino, donde había muchos frailes alemanes, polacos y argentinos, oí con frecuencia críticas a los Jesuitas porque consideraban que no obedecían a Roma, hasta el punto que Prepósito General de los Jesuitas en aquella época, el Padre Arrupe, lo llamaban el "Papa Negro", por la sotana claro. Como si fuera un poder paralelo dentro de la Iglesia.

Pedro Arrupe fue elegido en 1965, en pleno Concilio Vaticano II. Entonces los Jesuitas eran más de 36.000 miembros, dirigían 4600 colegios en el mundo y 64 universidades, además de miles de seminarios, parroquias y centros sociales. Pablo VI llamaba a los Jesuitas "mi querida milicia", pero Juan Pablo II trató con bastante distancia al Padre Arrupe, e incluso le llegó a humillar. Entre otras cosas, le acusó a él y a los Jesuitas de haber inspirado y difundido la teología de la liberación, lo que comulgaba muy poco con el Opus Dei, organización religiosa próxima a Juan Pablo II.

La Compañía de Jesús, fue fundada por Ignacio de Loyola en agosto de 1534. También colaboraron de forma especial Francisco Javier y Pedro Fabro. El Papa Francisco pertenece a esta Congregación que cuenta con más de 17.000 religiosos.

De mis años en los Jesuitas sólo puedo hablar bien. Eran personas muy preparadas, muy profesionales y muy dispuestas siempre a ayudar. El Superior de los Jesuitas de Zamora, el Padre Prieto, era una persona afable, culta y dispuesta a apoyar en lo que necesitaran los alumnos. Aquel que flojeaba en los libros, o en una asignatura, no dudaba en darle clases particulares para que remontara. Era gran aficionado al fútbol, por lo que el colegio de los Jesuitas de Zamora siempre estaba en vanguardia respecto a otros colegios de la capital y la provincia.

El primer partido que jugué con los Jesuitas fue contra El Corazón de María, el mejor colegio de la capital. Ganamos 7-4 y marqué los 7 goles. Sí, los 7, aunque parezca mentira, pero es verdad. Recuerdo aún la crónica que se publicó en "El Correo de Zamora" firmada por Lupa. Al término de las alineaciones y los goles el periodista recogió un ladillo titulado "Comentario", en el que dice: "Lo más destacado del encuentro fue el delantero centro Aniano, un jugador rápido, ágil, fácil y pródigo en los tiros a puerta, constituyendo sus acciones lo más sobresaliente del encuentro".

Era la primera vez que mi nombre salía en una crónica de fútbol. Me sigue ruborizando el comentario, pero es textual. Dos años después, residiendo en el Colegio de los Jesuitas, me llegó una carta del FC Barcelona para que fuera a hacer una prueba para las secciones inferiores del club catalán. A la famosa Masía. Así lo hice en el verano de 1972. Después de 15 días de entrenamientos volví a Zamora. Al cabo de una semana me llegó una carta firmada por Armand Carabén, gerente del Club, en la que me anunciaba el compromiso del fichaje para el Barcelona Atlético. Y por este motivo fui a estudiar a esa ciudad. Allí al tiempo de jugar al fútbol empecé a estudiar la carrera de Ciencias de la Información, sección Periodismo. El fútbol me pagó los estudios. Misión cumplida.

Muchas personas, amigos, conocidos y saludados, me preguntan que no entienden que habiendo vestido los colores del Barcelona sea hincha del Madrid. La respuesta es sencilla: antes de ir a Barcelona ya era blanco. Y los sentimientos de niño nunca se pueden cambiar.

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