Dificultades de los partidos políticos de izquierdas
Francia es un gran país y goza de una posición privilegiada como socio de Alemania en el mantenimiento y desarrollo de la Unión Europea. La Unión parece encontrarse en una situación delicada y con muchas amenazas a su continuidad y desarrollo. La máxima señal de esta situación la ha marcado la decisión del Brexit.
Pero esa situación delicada tiene otras muchas manifestaciones, sobre todo por lo que se refiere al avance de los partidos radicales, de derecha o de izquierda, y particularmente en las continuas manifestaciones de oposición a la Unión Europea, en línea y expresión nacionalista, separatista y de visión corta de cara a lo que se prevé como lo más conveniente en orden al desarrollo político y social de la mayor conveniencia para el bien común de todos los ciudadanos europeos.
Los partidos radicales aparecen amenazantes en diversos países de la Unión. Las tendencias derechistas radicales parecen triunfar en países como Polonia o Hungría, y hay grupos políticos que amenazan la marcha de la permanencia en Europa. Se logró superar esa amenaza, por el momento, en las últimas elecciones de Holanda. Y crecen las tendencias separatistas en Italia, en Austria y hasta en España.
Y por supuesto en Francia. También aquí ha habido una superación del triunfo de la tendencia radical derechista de Le Pen. Pero esa tendencia sigue ganando adeptos y continúa el peligro de que pueda imponerse en las próximas elecciones. Tanto más que las fuerzas oponentes sólo han podido llegar a la superación de la amenaza con el apoyo a un nuevo movimiento, que no partido, liderado por el joven y en parte desconocido, de carácter centrista, Emmanuel Macron.
Este nuevo presidente, el más joven de la quinta república, tendrá que trabajar duro ahora por levantar el nuevo partido República en Marcha, que logre un buen número de miembros en el Congreso, de modo que le permita gobernar dignamente y no lo anule completamente en su proyecto de gobierno.
Este triunfo se ha logrado a costa de la desaparición del panorama político, hasta el punto de no poder competir ni siquiera en la segunda vuelta de las elecciones a presidente, de los partidos de más trayectoria en el desarrollo político francés. Así le ha pasado al partido de los republicanos, al de los socialistas y, por supuesto, al partido comunista. Se ha producido en este sentido una auténtica revolución, que nos empuja a hablar de revolución francesa.
Una vez más, ha quedado de manifiesto que los partidos de izquierdas, o en general los partidos tradicionales, parecen estar desprestigiados y los ciudadanos parecen estar en búsqueda de nuevas soluciones. Todos esos partidos tradicionales parecen estar en recesión. Pero lo están especialmente todos los partidos de izquierdas y, sobre todo, el partido socialista.
Y esa es una tendencia general en toda la Unión Europea y, por supuesto, también en España, donde las diversas tendencias que contienden en la lucha por ganar las elecciones primarias de cara a la presidencia del partido socialista, se encuentran en una batalla intestina de carácter insuperable, que amenaza con la desaparición del mismo partido, el cual pierde votos en las sucesivas elecciones y en las previsiones de futuro, y que tiende a una total desaparición, o por lo menos a una insignificante minimización. Lo cual será malo para el partido mismo, pero que creará inestabilidad en el conjunto de la política general en España, dando ocasión de crecimiento a los otros partidos, especialmente los radicales, tanto de derechas como de izquierdas.
El fracaso de las tendencias de las izquierdas está siendo generalizado también en países extraeuropeas. Es el caso de los Estados Unidos, donde ha triunfado la derecha del partido republicano, y lo ha hecho inesperadamente con el ascenso imprevisible del presidente Trump. E igualmente en el ya en marcha hacia la realización del Brexit en el Reino Unido, imponiéndose la derecha sobre el partido laboralista. Parece que los partidos de izquierdas no tienen claro cuál es la ideología viable de una izquierda moderna y realista.
Todo esto nos está llevando hacia una generalizada descomposición e inseguridad en el mundo político y social, a falta de una tendencia segura que luche por una sociedad moderna con el mantenimiento y profundización del bienestar social conseguido hasta el momento presente. Ojalá la revolución francesa de Macron pueda marcar pistas para la buena marcha de los partidos de futuro, que sostengan la esperanza de una realización europea digna y laudable. Esperemos. Y ojalá nuestro partido socialista encuentre también caminos de cohesión y de futuro. Con ello nos irá bien a todos, sin duda.