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TOROS
Actualizado 09/05/2017
Fermín González

Nunca comprendí a los padres que trataron de imponer a sus hijos una profesión, pero se me antoja más duro contrariar al chico que quiere seguir con rigor y férrea voluntad su afición

En el mundo taurino se cree que entre más joven mejor se aprende el arte de torear, pues a esa edad no se es consciente de los peligros ni miedos, argumentan los defensores de la tauromaquia.

Mientras que en países como España se prohíbe que menores de 16 años toreen, en México la práctica de los niños toreros es bien recibida entre el gremio taurino y parte de la sociedad.

No es extraño que por tierras mexicanas, nos lleguen noticias, de la llegada a los ruedos de varios niños toreros. También nos ocurre en España, donde las escuelas taurinas se ven niños, "jugando" al toro, parece ser que esto conmociona a muchos medios de comunicación, y que estos faltos de conocimiento histórico, con hipócritas aspavientos se lanzaban a la "yugular de la Fiesta taurina, y, nos sitúa históricamente en el viejo problema de si los chiquillos deben o no ejercer el arte de Juan Belmonte.

En cualquier profesión intelectual, artística, manual, deportiva etcétera, siempre han surgido más o menos espaciadamente los llamados niños "prodigios". La precocidad se manifiesta como adelanto irrefrenable de una predisposición inherente para determinada profesión. Los nombres de los niños (por edad), en cualquier materia de las anunciadas, serían interminables.

Pero, a modo de recuerdo citare alguno de los más recientes, de los que hoy presumimos, y que se iniciaron de muy corta edad en sus profesiones, tal son los casos de Nadal, Pedrosa, Márquez, Messi, Alonso o el Juli; todos pueden servir de ejemplo niños adelantados y que se descubrieron a esa edad temprana con unas cualidades extraordinarias, y una desmedida afición y dedicación para llegar como bien se ha comprobado a lo máximo-("es decir, el hijo que todo el mundo quiere tener")-.

Sin embargo; existe la creencia popular-(vivimos de tópicos) de que los niños no llegan a cuajar en lo que prometen. Se dice que el niño prodigio hace en la infancia cosas de hombres; pero, precisamente cuando pasa la pubertad, es cuando se trasforma en un hombre vulgar, en esa dedicación para la que apuntaba excelentes cualidades en su infancia.

No dudo, de que posiblemente haya casos así. Pero esta totalmente demostrado, que el niño que sobresale, llega, por supuesto, si se cultivan esos valores cualitativos innatos a cimas verdaderamente insospechadas. Si nos concretamos al aspecto meramente taurino, hemos de hacer importantes consideraciones ? ¡quizá no tantas ¡- respecto a otras especialidades en la que se corre riesgo y peligro de la integridad física, y siempre se ha de contar con esa importante salvedad.

Lo cierto es que, a través de los tiempos, los niños toreros brotaron siempre en la historia de la tauromaquia, desde "Machaco" a este "Marco que nos tiene encandilados con su desparpajo, y unas cualidades sobradas respecto a chicos de su edad, han sido chicos como él los que fueron siempre el alma y la cantera inagotable de esta Fiesta, no ha sido la edad freno, para ejercer la profesión y para vestirse de luces a tan temprana edad.

Sería innumerable la cantidad de niños que comenzaron jugando al toro, también los que por dinastía y, encontrando el sabio consejo del padre seguían sus pasos. Nunca comprendí a los padres que trataron de imponer a sus hijos una profesión. Pero, en cambio, se me antoja más duro contrariar al niño que quiere seguir con rigor, y férrea voluntad el destino de su afición. Aunque sea en esta zozobrante carrera de lidiar toros.-

Esta añeja afición con trecientos años de vigencia por más que el protagonista, sólo cuente nueve-. El mocito acompaña el viaje del viento en el natural y no niega en la estampa que ha nacido en Ciudad Rodrigo (Salamanca). Juega al toro en esa misma época que otros niños juegan y se distraen con otras cosas, a este le corre por las venas sangre de novillero feliz. Tomen nota -por si la historia-

Y pidamos que en beneficio de la Fiesta emocionante y añeja, cese la prohibición, y aquellos que se sientan "escandalizados", miren a la mayoría de los seres esparcidos por los cinco continentes hartos de muertes sin suerte. Sin esa suerte que el chavea de la foto hace con la misma naturalidad que otros ensayan pegar tres tiros al lucero de alba, o cazar con el móvil? Lo cierto es que la historia se repite, gracias a Dios. Obremos con cautela...

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