OPINIóN
Actualizado 05/05/2017
Marta Ferreira

Respeto a los franceses, saben detrás de lo que se andan: no en balde son casi los inventores de la democracia con su Revolución Francesa. Lo que allí sucede casi siempre tiene consecuencias en toda Europa, y deberíamos tomar nota con atención. Por ejemplo, los resultados de la primera vuelta de las presidenciales, que trajeron como consecuencia la exclusión de los dos grandes partidos y de sus candidatos: Fillon por los conservadores y Hamon por los socialistas, el partido en el Gobierno. ¿Por qué ocurrió lo que ocurrió, era inevitable? Diría que sí. Recordemos los datos.

Al comienzo de la campaña, todas las encuestas daban como ganador a François Fillon, el líder conservador que por el camino se había tumbado en las primarias a Sarkozy, ex presidente de Francia, y a Juppé, ex primer ministro. Era el símbolo del líder tranquilo, conservador y a la vez capaz de poner en marcha reformas que Francia necesita, y también le ayudaba su militancia católica, en una sociedad que en sus capas tradicionales es católica militante. Pero una investigación de un semanario sacó a la luz que Fillon había colocado a su mujer y a su hijo en puestos políticos que no desempeñaban, pero de los que percibían suculentas retribuciones. El escándalo consiguiente entre los ciudadanos tumbó todas sus posibilidades iniciales, y en vez de aceptar humildemente su error y retirarse de la carrera para ceder su puesto a otro mejor visto, no cejó en su empeño, convocó una manifestación populista de apoyo de sus partidarios y se mantuvo como candidato. Resultado: perdió las elecciones. Francia no podía tragarse un presidente corrupto y lo mandó al infierno.

En cuanto a los socialistas, tampoco es extraño lo sucedido. El Partido Socialista francés está muy dividido. El que fuera presidente del Gobierno con Hollande, Manuel Valls, parecía el destinado a ser candidato por su reformismo, pero en las primarias ganó un izquierdista, Benoît Hamon . La división es tal, que Valls, después de perder, está en el aire su salida del Partido Socialista para integrarse en el nuevo partido de Macron. La división es la evidente causa de la catástrofe socialista, que se expresa con el dato de que Melenchon, el candidato de extrema izquierda, quedó por delante.

Ocurrió, pues, lo que tenía que ocurrir. No podía ser de otra forma. Y ahora ¿qué? Pues el domingo se verá. Un centrista, Emmanuel Macron, contra una política de extrema derecha, Marine Le Pen, un europeísta frente a una partidaria de abandonar la UE, un cosmopolita frente a una xenófoba, un reformista del sistema frente a una candidata dispuesta a demolerlo. ¿Puede haber dudas en el voto? Espero que no, por el bien de Francia, y por el nuestro. Si fuera ciudadana francesa, no tendría dudas: mi voto sería por el futuro y la democracia, no por quienes pretenden acabar con ella.

Marta FERREIRA

Leer comentarios
  1. >SALAMANCArtv AL DÍA - Noticias de Salamanca
  2. >Opinión
  3. >¿Por qué ocurrió lo que ocurrió?