Como cada 1 de mayo, los dirigentes de los principales sindicatos, encabezarán las manifestaciones y se desgañitarán censurando a los cuatro vientos las políticas de empleo del gobierno, y asegurarán, sin pelos en la lengua, que acabarán con la precariedad del trabajo, con la fuga de jóvenes al extranjero en busca de empleo, con las diferencias salariales entre hombres y mujeres y otras lindezas que se saben de memoria, pero ¿quedará algún trabajador en este país que todavía crea en los sindicatos? Me temo que la respuesta es no, y es normal. ¿Hay entre los trabajadores alguno que pueda decir que un sindicato le haya resuelto un problema laboral? Personalmente no sé de ninguno, al contrario, sí sé de muchos que han recurrido a los sindicatos, igual da a uno que a otro, y han salido mal parados, porque los sindicatos, prediquen lo que prediquen, van siempre a favor de los empresarios, seguramente para echarle una mano al gobierno y los siga subvencionando.
Hace unos años, una trabajadora que no estaba afiliada a su sindicato, por esa tan española costumbre de hacer favores con lo ajeno, tuvo que enfrentarse a un problema laboral que finalmente no se produjo, pero ante lo que se veía venir, recurrió al mismo. Respuesta del sindicato en cuestión: "Solo tienes que avisar. Será la primera vez que defendamos una causa justa". Y hasta se le facilitaron teléfonos personales para no perder tiempo en el caso de tener que intervenir. Esto es lo que dicen la mayoría de sindicalistas, pero en privado, claro está.
A esto, que no es poco, hay que añadirle los escándalos económicos que han protagonizado en los últimos tiempos: los fraudes de los falsos ERE, el desvío de dinero con los cursos de formación, comilonas, regalos, viajes y otras juergas pagadas con dinero público.