El catedrático de Geografía de la Universidad de Salamanca, Valentín Cabero, impartía esta lección en el citado Parque Natural
Un grupo de alumnos del programa interuniversitario de la Experiencia de la Universidad de Salamanca ha disfrutado, en el Parque Natural del Lago de Sanabria, de una clase práctica, impartida por el catedrático de Geografía, Valentín Cabero, que explicó las características especiales y únicas en nuestro país de este lugar privilegiado. Juan Antonio Martín nos ofrece el completo relato de esta jornada:
El pasado 25 de abril, alumnos de posgrado matriculados en el Itinerario sobre el Patrimonio en el Programa Interuniversitario de la Experiencia de la USAL, bajo la dirección del Catedrático de Geografía de la Universidad de Salamanca, Valentín Cabero Diéguez, realizamos un viaje de estudios al Parque Natural del Lago de Sanabria. Como objetivo principal de esta clase práctica sobre el terreno era explicar las características especiales y únicas en nuestro país de este lugar privilegiado, que le llevó a recibir reconocimiento oficial y a la creación como tal el 27 de octubre de 1978.
El parque agrupa a 4 municipios (Cobreros, Galende, Porto y Trefacio) con áreas de media y alta montaña de las sierras de Segundera y Cabrera. Los puntos más altos se encuentran a más de 2.000 metros en el Moncalvo y Peña Trevinca. Este espacio natural se extiende por una superficie de 22.645 hectáreas y comprende varios cursos de agua pertenecientes a la Cuenca del río Duero (subcuenca del río Tera) y a la Cuenca del río Miño (subcuenca del río Bibey). Casi todo el territorio vierte sus aguas a través de la cuenca alta del río Tera al lago de Sanabria, que es su principal tributario.
Por debajo de los 1.800 metros, más o menos la altura de la conocida como laguna de los Peces, hasta donde nos acercamos, la cubierta vegetal está formada por brezos, acebos, tejos, piornal, cantueso, robles, helechos, retama, abedules, alisos, sauces, castaños. En la media y alta montaña, encontramos praderas que alimentan al ganado vacuno (raza alistano-sanabresa) que pasta libremente. Los cultivos han quedado reducidos de manera significativa y lo que queda es más bien testimonial, aunque por el camino hemos podido ver huertos y cortinas en los que se cultivan árboles frutales como manzanos, cerezos, perales y nogales; también nabos, patatas, y hortalizas que ahora estaban comenzando a plantarse, fundamentalmente por mujeres.
En el Pleistoceno Superior, hace 100.000 años, un impresionante glacial con lenguas de hielo de más de 20 kilómetros moldearon esta tierra, las enormes masas de hielo formaron una serie de circos, morrenas y cubetas glaciares, creando una fisonomía singular, en origen el principal motivo de protección de este territorio.
El modelado del glaciar ha dado lugar a más de 20 lagunas, destacando entre ellas el Lago de Sanabria, el mayor lago de origen glaciar de la península Ibérica, con unas dimensiones máximas de 3.178 metros de longitud y 1.590 metros de anchura; la profundidad media es de unos 35 metros.
Pero antes de continuar, es necesario apuntar que a lo largo de todo el recorrido el profesor Cabero, nos fue explicando los nombres de las distintas comarcas y subcomarcas que atravesamos; el paisaje, los cultivos, las formaciones vegetales y arbóreas que contemplábamos, el paisaje suave y ondulante hasta el límite de la provincia de Zamora (La Armuña); a partir de aquí, las terrazas descendentes hacia el Duero (Tierra del Vino); cruzado el río continuamos por la Tierra del Pan; Tierra de Tábara, Tierra de Alba, Tierra de Aliste, Sierra de la Culebra, Valle de Valverde, La Carballeda, Sanabria. El paisaje cambiante por la orografía, la geología, la pluviometría y la acción humana
Nos habló de lugares y hechos históricos acaecidos en ellos: Vía de La Plata, rivera de Cañedo, Valparaiso y el nacimiento de Fernando III el Santo; de la filoxera en 1870 que arruinó el cultivo de la vid en la zona de la Tierra del Vino; de la captura del río Valderaduey por el Duero; de la construcción de la presa de Ricobayo en los primeros años 30 del siglo pasado; de los Faramontanos y el poblamiento de la zona de Tábara; del aprovechamiento del río Tera con la presas de Nuestra Señora de Agavanzal, Valparaiso y Cernadilla; del nacimiento de León Felipe en Tábara; las recomendaciones para visitar Rionegro del Puente y Mombuey con su torre nórdica, etc.
Hicimos una primera parada en un paraje conocido como La Encomienda, nada más cruzar el embalse de Ricobayo en el río Esla. Desde la altura pudimos contemplar el bajo nivel del embalse, el encajonamiento del río, las formaciones geológicas con rocas en bóveda, la vegetación de encinas y a lo lejos, al otro lado del río, la antigua ciudad de Castrotorafe, quedando pendiente para una próxima visita.
Continuamos hacia el Parque, haciendo una parada técnica en El Puente para ir a continuación hacia Pedrazales donde pudimos contemplar grandes masas rocosas que el hielo bajó rodando de la montaña. Nos detuvimos ante una enorme roca de decenas de toneladas de peso; redonda, con diferentes colores por su composición, con algunas fracturas y partes lisas producidas por la fricción con otras rocas; descansaba sobre un lecho arenoso al borde de la carretera. Se nos explicó los minerales que las componían, lo que era la morrena frontal de un glaciar; concretamente, el lugar en el que estábamos y se nos habló también de las laterales que podíamos contemplar ahora cubiertas por denso bosque de robles melojo.
Fuimos ascendiendo y atravesando la morrena lateral de la zona de San Martín de Castañeda y pasamos por este pueblo y su barrio alto, así como a la vera del monasterio cisterciense de Santa María, donde nos detendríamos al regresar. Pasado este pueblo, y ya a una altura próxima a los 1.500 metros, hicimos una nueva parada al borde de la carretera para contemplar la enorme cubeta que alberga al Lago de Sanabria, San Martín y las montañas que circundan el lago. Nueva explicación del profesor Cabero sobre formaciones geológicas, vegetación, pueblos que se divisan, etc.
A continuación, por carretera asfaltada con firme irregular, muy sinuosa con curvas pronunciadas que se asoman a valles como el del cañón del río Forcadura con un barranco de más de 250 metros, seguimos hasta nuestro objetivo la laguna de Los Peces a más de 1.700 metros de altitud; donde caminamos un poco, observamos las altas montañas que se elevan hacia los 2.000 y más metros. Nueva explicación sobre lo que estamos viendo: vegetación, veredas, agua, eutrofización del agua y colmatación de las lagunas, con el consiguiente peligro de su desaparición, transformándose en pantanos y turberas. Este año ha llovido poco y nevado menos; no hay nieve en esa zona y la que hemos visto a lo lejos en alturas superiores, también era escasa.
Finalizada la visita, iniciamos el descenso hacia Ribadelago Nuevo y Viejo. Por todo el camino contemplamos el paisaje con los precipicios, las laderas cubiertas de espeso arbolado y matorral, las praderas de alta montaña donde pasta el ganado vacuno de la zona. Paramos en San Martín para visitar el románico Monasterio de Santa María (Monumento Histórico Artístico desde 1931), se encuentra cerrado y solamente podemos verlo desde el exterior. Contemplamos su fachada principal con la portada; el ábside, las fachadas laterales, ventanas, etc. En este lugar pasó los veranos de 1930 y 1931 Miguel de Unamuno, ambientando en él su novela San Manuel Bueno Mártir, aunque en la novela el lugar recibe el nombre de Valverde de Lucerna (nombre de un pueblo, que según una antigua leyenda, se ubica en el fondo del lago).
Llegamos a Ribadelago Viejo, nos detenemos junto a una fuente y un monumento que recuerda los nombres de las personas que perecieron en la tragedia del 9 de enero de 1959 con la rotura de la presa de Vega de Tera que arrasó el pueblo y causó más de 144 muertos y desaparecidos. Las causas, la mala construcción consecuencia de la corrupción y codicia, tan propia de nuestro país, donde nadie es responsable y a nadie se responsabiliza. Para remate y como datos curiosos:
- Las vidas de las víctimas fueron tasadas en 90.000 pesetas de la época los hombres, 60.000 las mujeres y 25.000 los niños.
- Se construyó un nuevo pueblo aguas abajo, no muy alejado del viejo, al que se le dio el nombre de Ribadelago de Franco, construido al estilo de los nuevos pueblos que entonces se construían en las zonas de regadío del Plan Badajoz. Estas construcciones no solo desentonaban con el entorno y construcciones del lugar, además eran de pésima calidad que facilitaba las humedades y el frio de la zona. Actualmente son un pegote.
- Sobre el "lomo de ballena" (formación rocosa que recibe este nombre por similitud con el de una ballena) que originalmente llegaba hasta el cauce del Tera, pero volado para hacer un camino, una fuente y poner el monumento citado, el profesor siguió sus explicaciones. En este caso, sobre la rotura de la presa de La Vega de Tera, las causas, las consecuencias; así como de las estrías, alisamientos que se aprecian en la superficie y material que formaba el enorme canchal. El campanario de la iglesia del pueblo viejo, fue recuperado y ubicado en una zona ajardinada del nuevo.
Desde este punto, ahora a pie, tomamos un camino ascendente de más de 1.000 metros de longitud, que junto al cauce del río del Tera, nos lleva a otro "lomo de ballena" en la zona de La Escalarada; ésta al estar a más altura, nos permite contemplar mejor el cañón por el cual bajó el enorme caudal de agua que devastó Ribadelago; de la construcción de esa presa en el lugar denominado de La Vega del Tera, de cómo se trasladaban los obreros a la misma, de los materiales empleados? También, de una presa actual en lo alto de la montaña que teníamos enfrente y del aprovechamiento hidroeléctrico de las aguas de distintas lagunas, de cómo subieron los materiales para su construcción y de las tuberías que conducen el agua por gravedad hasta las turbinas de la central cientos de metros más abajo en Moncabril; de la erosión de los agentes atmosféricos en los "lomos de la ballena"?
A orillas del lago, en una zona de merenderos bajo los altos robles centenarios que pueblan la zona, dimos buena cuenta de la merienda que cada uno llevó de su casa; tomando café en un bar que abrió para atendernos. Y, antes de partir, junto a las aguas cristalinas y frías del lago, recibimos la última lección sobre esta antigua zona glacial.
Para finalizar la visita a la zona nos trasladamos a la capital comarcal, Puebla de Sanabria, donde, en un corto recorrido, visitamos lo más destacado del pueblo: Casas típicas, Ayuntamiento, Iglesia de Nuestra Señora del Azogue, vista al valle del Tera desde lo que queda de murallas?
En la puerta del castillo nos recibió el concejal de Cultura y Deportes (Pedro Castronuño Manrique) y la Directora de la Oficina de Turismo (Mª Teresa Del Estal López), visitamos parte de la fortaleza (por falta de tiempo, nos quedamos con ganas de subir a la torre del homenaje) y en una dependencia habilitada como Sala de conferencias nos explicaron la historia de la fortificación y del pueblo; los servicios que presta el ayuntamiento y las obras de rehabilitación y conservación efectuadas (camping, parque fluvial, Casa Municipal de Deportes, Escuela Micológica, Centro del Lobo Ibérico, Verano Cultural); de la cooperación con la Junta de Castilla y León, con la Diputación Provincial de Zamora y con el distrito portugués de Bragança; de la problemática del despoblamiento rural y de las iniciativas ?pocas-, referente a este fenómeno, de las administraciones lejanas a ese medio; de las deficiencias en servicios sanitarios y lejanía al centro hospitalario en la capital zamorana; de las comunicaciones ferroviarias (estación polémica del AVE en Otero de Sanabria y por qué entiende debe construirse) y por carretera (Autovía a Bragança) con salida a través de Benavente a León y resto de Europa; del turismo relacionado con la naturaleza (Parque Natural del Lago), cultural (Puebla está declarada Conjunto Histórico Artístico y es uno de los pueblos más bonitos de España), tradiciones, fiestas, micología, gastronómico, etc. Obviamente, del futuro de la comarca de Sanabria.
Desde el castillo fuimos al Museo de Gigantes y Cabezudos. No existen datos históricos que permitan determinar con exactitud el origen; sin embargo, se sabe que en 1848 se fundó la Archicofradía de Ntra. Sra. de las Victorias y, a partir de entonces, los Gigantes desfilan el día 7 de Septiembre como preludio del día grande y el día 8 de Septiembre, acompañando a la Virgen en su solemne procesión.
De esta época se conservan los Gigantes conocidos como La Negra y el Chino y los Cabezudos: las dos Gigantillas, el Aplanchetado, el Negrito, el Napoleón y el Guardia Civil.
En los años 50, el Obispo de Astorga (Diócesis a la que pertenece Puebla de Sanabria) prohíbe el desfile de Gigantes y Cabezudos ya que se mezclaba una fiesta religiosa con una pagana.
Este hecho provoca que en el año 1955 la Corporación Municipal adquiera los Gigantes conocidos como La Zapatera y el Zapatero y los cabezudos: El Señorito, El Payaso, La Bruja y Los Enanos. Al año siguiente, en 1956 y debido a la presión popular, la prohibición llega a su fin y así continuarán desfilando los Gigantes nuevos con los antiguos. Posteriormente crece el número de cabezudos hasta llegar a los 33 actuales.
También aumentan los gigantes: El Rey y la Reina, año 1991. El Sanabrés y la Sanabresa, año 1996. El Conde y la Condesa de Benavente, año 2002.
Después de tomar algún refresco, comprados algunos regalos y dulces, partimos con la satisfacción de haber logrado la mayoría de los objetivos ?siempre hay que dejar algo pendiente que justifique la vuelta-, con un mejor conocimiento de lo que es la comarca de Sanabria y su Parque del Lago, nos ponemos en carretera con la idea de parar en Tábara, para, entre otras cosas, dar buena cuenta de unas tartas típicas sanabresas, ver las iglesias del pueblo, la mozárabe, de Santa María al borde de la carretera, y de la Asunción renacentista, en la plaza junto a lo que fue palacio de los Pimentel; solo pudimos ver su exterior, estaban cerradas y no habíamos avisado. En el centro de la plaza se sitúa el monumento al poeta, hijo de este pueblo, León Felipe, tan vinculado a la localidad serrana salmantina de Sequeros.
El viaje finalizó sin novedad y, aparte el aprovechamiento sacado de la jornada, hay que reconocer la buena forma física del grupo, especialmente su guía y conductor; que con fuerza, alegría y tirando de todos subía con asombrosa agilidad las empinadas cuestas que se nos fueron presentando.
Quiero dar las gracias a Valentín Cabero, por sus maravillosas explicaciones, por el fabuloso día que pasamos y por su interés en seguir compartido con todos nosotros su sabiduría.
Juan Antonio Martín