Cedo mi columna de esta semana a Haroldo Brito, Ministro de la Corte Suprema de Chile, quien tuvo a cargo la presentación de un libro muy valioso, por la calidad estética y por su mensaje profundo: un aliciente o soplo de firmeza contra el cáncer. El libro se está difundiendo desde Salamanca, pues se ha puesto para descarga libre en el portal de la reconocida revista literaria digital Crear en Salamanca. El acto se celebró el pasado 25 de abril en la sede del Poder Judicial de Chile.
A. P. ALENCART
"CADA DÍA TIENE SU AFÁN" DE VICTOR ILICH Y MARCELO URIBE.
TEXTO LEÍDO POR HAROLDO BRITO, EN SANTIAGO DE CHILE
Quiero iniciar esta presentación explicando las razones que me llevaron a aceptar esta invitación, esta gentil y atractiva invitación. YO conocí a Víctor hará diez años, con ocasión de una visita que debí hacer a propósito del cierre del Juzgado de Menores en que él hacía una suplencia de Secretario. A Marcelo Uribe lo conocí recién; claro, he visto en este libro su color y formas que nos facilitan la comprensión y la enriquecen.
En esa visita, como todos sabemos, muy formal, prontamente me di cuenta de dos cosas: la primera, que el Juzgado estaba muy bien preparado para su cierre, esto es que la jueza, que también era suplente, Víctor desde luego, y que todo el personal, habían hecho el trabajo con particular eficiencia, y que el tránsito al cierre, tan temido, no sería traumático. La situación, vista de manera egoísta, me indicaba que todo sonreía al Visitador, pues así las cosas yo podría entregar prontamente un informe muy tranquilizador, cuál fue lo que precisamente ocurrió.
Lo segundo que advertí, consciente ya de su eficiencia, fue que el señor Secretario, apenas entregada toda la información del tribunal, ya quería conversar de otras cosas. No serían más allá de las once de la mañana. Para él, y con toda razón, la visita era una actividad más, no distinta ni mayor que las restantes, burocrática, carente de mejores características. Esa comprensión me gustó. Así fue que Víctor prontamente puso temas de conversación muy variados y, luego, simplemente, hablo de poesía.
Me dijo que él escribía, que también lo hacía su mujer, que estaba ligado a grupos de jóvenes autores, que con muchas dificultades publicaba, que la poesía era una actividad de personas comunes, que todos podían hacer poesía, que era esencial comunicarse, pensar y plantearse.
Yo en todo le encontré razón. Aseguraría, pero no lo puedo jurar, que también dijo que todo eso había que hacerlo sin pudor, esto es con desenfado.
Luego me invitó a hacer en alguno de sus próximos trabajos no un comentario, sino algún agregado, un aporte al texto como los que ahora han hecho para este libro Rosa Egnem, Roberto Contreras, María Luisa Riesco, Marcela Erazo, Jacqueline Díaz, Jessica Hidalgo y Adolfo Blanc.
Yo, no obstante saber que se trataba de un convite inteligente, desafiante y generoso, le dije que podría ser, si eventualmente coincidíamos en algún tema.
Víctor persistió en su invitación a distintas actividades varias veces y yo siempre encontré múltiples y falsas razones que me impedían asistir. Así establecimos una fuerte y tácita complicidad: ambos sabíamos que mis impedimentos no eran ciertos, sabíamos que eran respetuosas excusas de carácter social, sabíamos que lo único cierto era que no me era simple aceptar tal invitación por ser sólo un discreto lector.
Acepté, ahora, pues ya no era posible huir de una actividad distinta de las que habitualmente realizo, más aún cuando siempre se me decía que lo verdaderamente trascendente era la comunicación, esto es no la información que pudiere tenerse acerca de la poesía, y que en definitiva sólo se trataba de compartir, de estar cerca.
También me pareció que mis negativas agraviaban a Víctor y que no lo merecía.
Así fue como debí aceptar la invitación y, créanme, la he disfrutado desde que comencé la lectura.
Antes de ocuparme de "Cada día tiene su afán", quiero decirles que también me gustó mucho su trabajo acerca de los jueces. Si tuviese la potestad y un arresto autoritario lo declararía lectura obligatoria en la Academia Judicial, y lo pondría junto al Código Orgánico de Tribunales. Pero como sé que cuando se lee con tan pobre motivación, en la memoria queda muy poco, me conformo con confiar en que cada día esa obra será más conocida.
En ese trabajo hay entendimiento y posición respecto de lo que son y deben ser los jueces. Hay mucha expresión relativa a los jueces, no jurídica sino estética, que comunica lo que corresponde esperar de los jueces.
Es posible que la poesía sea muchas cosas a la vez, o ninguna de ellas: pensamiento, síntesis, estética, campanazos, provocación, loas, homenajes, llamados a arrebato, explicaciones, sentimientos, búsquedas, propuestas, humor.
Con tales formas Víctor nos dijo cosas que antes, desde luego de otra manera, dijeron los juristas, y yo se lo agradezco porque me hizo pensar y, sobretodo, me divirtió mucho.
Este libro es muy distinto, y eso es muy bueno, demuestra crecimiento. No creo que de él pueda decirse que es prosa poética. Percibo el relato con una estética distinta, breve, gobernado por muchas ideas que bullen y nos plantean la complejidad, el ser y su diario esfuerzo.
La primera "sentencia" es terrible. "No hay enfermedad más contagiosa que el miedo a luchar, ni cáncer más dañino que la desesperanza".
Tal es la creencia de Víctor, y la comparte con nosotros. Víctor, nos impulsa a vencer aquello que nos parece ineludible, a enfrentarnos con nuestras incapacidades, a salvar la vida. Es una orden arrogante, indicativa, llena de fuerza: Hombre, frente a ti está todo, levántate y haz el camino, si lo completas encontrarás tu recompensa.
Cada día tiene su afán es un relato de lo que cada día debe ser hecho.
El lunes, comenzar, quizás rehacer "la aventura" de ir hacia un destino cierto y difícil. Por ello es que el martes no es muy distinto, aún pesan las piernas y quedan muchas jornadas, no hay más que continuar, "cada paso cuesta". No obstante, hemos avanzado, es miércoles y la oferta de libertad a través de la limpieza parece cercana. Habremos de usar correctamente el conocimiento si queremos las aguas que liberan. Jueves. Necesitamos hacer bien las cosas, y no decaer. Viernes, adviertes el error y aprendes que lo puedes superar. Sábado, el baño, salir de la suciedad. Domingo, la certeza de haber logrado la limpieza, la libertad por su intermedio, como nos estaba prometido.
Es un viaje, lo que Víctor nos relata es un viaje. Es un propósito. Una búsqueda. El tránsito a un estado mejor. Es asumir la responsabilidad por nosotros mismos. Es un relato bien hilado, con sentido. No es ficción, es lo que se hace a diario, sin que nos demos cuenta. Es lo que desde siempre hacen los jóvenes y algunos pocos los viajeros tardíos.
25 de Abril de 2017
Fotografías de Álvaro Muñoz Aguayo e ilustraciones de Marcelo Uribe L'amour
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