OPINIóN
Actualizado 27/04/2017
Redacción

El desplome demográfico de Castilla y León sigue batiendo todos los records sin que nadie haga nada efectivo por evitarlo. Según los datos avanzados ayer por el Instituto Nacional de Estadística, esta comunidad ha vuelto a ser la que mayor caída de población (un 0,92) ha registrado durante 2016, perdiendo otros 23.124 habitantes.

Con ello son ya ocho años consecutivos, se dice pronto, los que lleva Castilla y León perdiendo población. Desde el 1 de enero de 2009, la evolución del padrón está siendo demoledora. Frente a los 2.563.521 censados en aquella fecha, el INE cifra el actual padrón en 2.424.395, lo que eleva a 139.126 el número de habitantes perdidos a lo largo de dicho periodo, un retroceso demográfico del 5,4 por ciento.

Aunque las nueve provincias están perdiendo población, las del Oeste, principalmente León y Zamora, siguen en caída libre. En términos absolutos, León se ha dejado en estos ocho años un total de 32.236 habitantes (5.671 de ellos en 2016). Pero porcentualmente el saldo más desolador es el de Zamora, que desde 2009 ha perdido el 9,4 por ciento de su población, cayendo de 195.665 a 177.404 habitantes (el pasado año ha perdido 3.002, el 1,66 por ciento).

Todo esto mientras de la fantasmal Agenda de la Población aprobada por Junta en 2010 no se ha vuelto a saber otra cosa que ha cambiado dos veces de responsable. Después de que su inventor, el consejero de la Presidencia, se la endosara en julio de 2015 a la vicepresidenta Rosa Valdeón, tras la dimisión de ésta heredó el muerto el actual consejero de Empleo, Carlos Fernández Carriedo, quien ha obviado el mandato de las Cortes de acometer un pacto de comunidad contra la despoblación.

Salvo el nombramiento de una tal Edelmira Barreira como comisionada del Gobierno, tampoco se sabe nada de esa Estrategia nacional frente al Reto Demográfico que el Gobierno se comprometió a elaborar durante la Conferencia de Presidentes celebrada el pasado mes de enero. Mientras tanto, lo único cierto es que la previsión del INE según la cual Castilla y León perdería entre 2013 y 2023 cerca de 200.000 habitantes (una media de 20.000 anuales) se está cumpliendo más que sobradamente.

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