OPINIóN
Actualizado 25/04/2017
Redacción

Hace unos días fallecía el profesor Giovanni Sartori, una de las figuras más relevantes de la Filosofía política mundial. Galardonado en el año 2005 con el Premio Príncipe de Asturias, nos ha dejado numerosos trabajos para entender la compleja situación de las democracias occidentales. Además de su ya clásica 'Teoría de la Democracia' o su ensayo sobre la 'Videopolítica', no ha perdido actualidad la crítica que realiza a los tertulianos y quienes él llamaba 'todólogos', esos personajes que participan en los medios de comunicación y presumen de saberlo todo.

Aunque criticó con bastante dureza a la clase política de su país y las malas prácticas por las que se caracterizaban algunos políticos, nunca llegó a utilizar una expresión que cada vez se utiliza más en nuestro país para anticipar el final de las reuniones políticas. Me refiero a la castiza expresión 'rosario de la aurora', que forma parte de una sentencia más amplia en la que se dice «.van a terminar peor que el rosario de la aurora». En las asambleas y juntas que preparan las primarias, los congresos o las renovaciones de los cargos, se ha convertido en la expresión más utilizada. Cualquier observador imparcial de las discusiones que se están produciendo, siempre termina afirmando «.esto terminará peor que el rosario de la aurora».

Recordemos que la Academia la define como «desbandarse descompuesta y tumultuariamente los asistentes de una reunión por falta de acuerdo». A nivel nacional, se aplicó hace unos meses a la reunión del comité federal donde Pedro Sánchez se enfrentó a la nueva gestora teledirigida por Susana Díaz, se aplicó en las filas de Podemos cuando se escenificó en el coso de Vistalegre de Carabanchel el enfrentamiento entre Pablo Iglesias e Íñigo Errejón.

A nivel autonómico, es una expresión familiar en algunas asambleas de Ciudadanos donde los antiguos de UPyD, los ex militantes del PP y los neoconversos al centrismo no terminan de aclararse. Se aplica en las asambleas de militantes y cargos públicos del PSPV que afilan las navajas para las próximas primarias y donde ahora han descubierto que es importante cumplir la palabra dada. Como si hubieran olvidado la máxima política del viejo profesor Tierno Galván cuando dijo que los programas estaban para no cumplirse. Se aplica a las relaciones entre Fabiola Meco y Antonio Estañ, militantes de Podemos que se disputan el liderazgo dejado por Antonio Montiel. Y se aplica a las asambleas de 'Valencia en común' donde los populistas se llevan a matar con los neocomunistas y estos a su vez con los anticapitalistas.

Celosos por el elevado debate intelectual de esta bandas y envidiosos por el alto grado de descomposición de estos grupos, los responsables del PP en Valencia compiten despiadadamente para no ser menos en esta jungla y que también se les aplique a ellos la expresión.

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