OPINIóN
Actualizado 24/04/2017
Francisco Iglesias

Varios siglos llevan los salmantinos saliendo a merendar rico hornazo el lunes siguiente al lunes de Pascua, una tradición que hace que la ciudad se quede vacía, porque la costumbre ha hecho que los empresarios, grandes, pequeños, y medianos permitiesen a sus empleados y se permitiesen a ellos mismos disfrutar de una tarde con familia y amigos.

Pero los tiempos están cambiando. Hay voces que durante la Semana Santa han pedido que los estandartes de las cofradías no luciesen en los balcones del ayuntamiento, aunque ahora no piden poner fin a esta tradición, también con origen religioso, pues tiene que ver con el fin de la cuaresma, y a pesar de que esta tarde libre no está reconocida en ningún convenio laboral, como sí ocurre con las tardes de toros, este lunes de aguas es una fiesta local, lo que permite al gran almacén por excelencia abrir hoy por la tarde, aunque seguramente con ventas insuficientes como para pagar la luz que genere tener abierto.

Yo no comparto la opinión de que las costumbres por el hecho de serlas han de mantenerse; creo que ha habido y hay algunas que son salvajes o simplemente carecen de sentido, y su desaparición es lo mejor para todos, sin embargo otras son dignas de ser preservadas y este es el caso del Lunes de Aguas salmantino, una tradición con entidad e identidad, y no solo en la capital, también en los pueblos que la rodean, pero que al no estar protegida cabe la posibilidad de que a algunos se les fastidie este día porque en definitiva no es un día de fiesta, es sólo una costumbre.

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