El tejemaneje descubierto en Burgos para falsear las listas de espera quirúrgicas era lo que les faltaba al consejero de Sanidad, Antonio Sáez, y al gerente del Sacyl, Rafael López, ese tándem constituido en una especie de castigo bíblico para el sistema público de Salud de Castilla y León. Ambos nos habían hecho creer el pasado lunes que dichas listas se habían reducido en un solo año en un 12,5 por ciento, pasando de 33.212 a 29.061. Y ello gracias a la mayor eficiencia de los recursos propios, reduciendo incluso el volumen de operaciones quirúrgicas desviadas a la Sanidadprivada.
Pero la medalla que se colgaron Sáez y López era más falsa que un duro sevillano. Y la falacia tardaba muy poco en destaparse. En la tarde del martes el procurador de IU, José Sarrión, descubría la tostada en el pleno de las Cortes, donde dio a conocer las instrucciones cursadas por escrito en el Hospital de Burgos para reducir artificialmente dichas listas. En dicho escrito se reconocía que en los primeros meses del año la actividad quirúrgica estaba siendo "desfavorable" a causa de la falta de personal, con el consiguiente incremento de las listas desde el cierre de 2016.
Pese a lo anterior, y según el balance presentado el lunes, en el primer trimestre de 2017se habían esfumado de las listas del hospital burgalés nada menos que 465 pacientes. Prodigiosa reducción lograda gracias a una "depuración administrativa" y otras trapacerías, incluida alguna que contraviene el decreto que regula la materia. Destapado el escándalo, la responsable del área quirúrgica del hospital se veía forzada ayer a presentar la dimisión.
Sin embargo, la Plataforma por la Sanidad Publica de Burgos cree que la susodicha dimisionaria ha sido simplemente la cabeza de turco elegida para encubrir a los auténticos responsables. Y Sarrión, que ha exigido explicaciones públicas al consejero, sospecha que la práctica descubierta en Burgos ha sido aplicada en el resto de los hospitales públicos de la comunidad. Razonable sospecha que también comparten PSOE y Podemos.
Visto lo visto, la credibilidad de las listas de espera presentadas el lunes ha quedado bajo mínimos. Casi a la bajura de la de tándem Sáez-López.