OPINIóN
Actualizado 11/04/2017
Francisco Delgado

Este artículo no trata sobre el concepto de silencio, como equivalente a falta de comunicación, sino en su acepción de ausencia de ruidos dañinos en el medio ambiente.

Desde la antigüedad las órdenes religiosas han comprendido el valor del silencio para la paz interior del sujeto, para posibilitar la capacidad de atención y concentración y para la reflexión. Durante el último siglo la sociedad está descubriendo lo positivo del silencio para el organismo humano por su ausencia: lo hemos perdido; la vida en las grandes y medianas ciudades se caracteriza no solo por la polución atmosférica sino por la acústica. De las consecuencias de la primera hay centenares de estudios científicos y cada día se publican nuevos datos, algunos escalofriantes, sobre las enfermedades y las muertes que produce al aire contaminado, sobre todo a causa de los coches.

Pero también hay muchos estudios científicos sobre las consecuencias dañinas para el organismo humano que produce el ruido: ya hace décadas que estudios experimentales han demostrado el aumento de la tensión arterial, el aumento de las conductas agresivas, y el insomnio, entre otros daños, que produce un nivel de ruido excesivo o constante.

Para conseguir un entorno silencioso saludable no se necesita ninguna inversión, ningún dinero, es solamente cuestión de legislación y de educación. Llama la atención la enorme diferencia de costumbres en este tema del ruido/silencio entre países; por ejemplo entre nuestro vecino Portugal y nosotros. La semana pasada estuve unos días en Portugal y pude comprobar esta diferencia de un modo "esperpéntico": cuando en un hotel, en un café, en una playa oía a alguien, adultos o niños gritando, sabía que eran españoles. Siempre acertaba.

Desde el punto de vista psicológico decimos que si alguien grita es porque teme no ser escuchado. Los niños españoles gritan porque sienten que no se les escucha y porque se mimetizan con el ambiente ruidoso que les rodea.

¡Qué poco hay que hacer para ganar tanto!, en salud, en bienestar. Simplemente disfrutar del silencio, escuchar cuando alguien quiere comunicarnos algo. Apagar de vez en cuando el televisor.

Si además dejamos el coche en el garaje, o aparcado, y nos desplazamos en esta ciudad de distancias cortas a pie, en bici o en autobús, estaríamos, como dice mi vecino, "como pez en el agua", aunque este año no nos hayan subido a nadie el sueldo o la pensión.

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