OPINIóN
Actualizado 09/04/2017
Carlos Javier Salgado Fuentes

Un año más, la Semana Santa ya está aquí, y con ella un ingente número de desfiles procesionales recorrerán las calles de nuestras ciudades y principales cabeceras comarcales. Y es que la despoblación y la emigración, en esto, también ha hecho una criba, acabando en muchas localidades humildes con las tradicionales procesiones.

Asimismo, son fechas que, al ser festivas, conllevan el regreso a modo de pequeñas vacaciones de muchos de los hijos de nuestra tierra que tuvieron que marchar fuera a trabajar, por lo que la Semana Santa es también una semana de reencuentros y retornos.

Volviendo sobre los actos religiosos, el Domingo de Ramos se lleva la palma en el inicio semanasantil, y realmente parece que es cuando se da el 'pistoletazo de salida' a la semana de pasión, pero las procesiones se inician en la mayor parte de ciudades dos días antes, el Viernes de Dolores, aunque sin el protagonismo de los niños y las palmas que dan notoriedad a este domingo.

En todo caso, en ciudades como Salamanca o Zamora, con sus semanas santas declaradas de Interés Turístico Internacional, desembocan miles de turistas, y los recorridos de los pasos por sus calles se convierten, para el que no está en primera fila, en un escaparate de móviles grabando.

De este modo, miles de personas se agolparán en las calles para realizar unos vídeos que, frecuentemente, los propios autores no volverán a visualizar, dejándolos almacenados en la memoria del móvil hasta que ésta se llene y el vídeo sea sacrificado para hacer hueco a nuevos vídeos.

Y es que nos hallamos en un tiempo en que damos más importancia a grabar un momento que a vivirlo, y curiosamente al final ni vivimos los momentos como deberíamos, ni los rememoramos posteriormente con los vídeos, pues es rara la vez que se vuelven a ver, salvo que haya ocurrido algo cómico en ellos.

No obstante, quehaceres del público aparte, es digno de aplaudir y remarcar el empeño y la pasión que vierten los cofrades en estos días para lograr que todo salga bien en las procesiones.

El olor a vela quemada, las solitarias campanas en algunos desfiles, o las cornetas y tambores en otros, unidas al esfuerzo de quienes cargan marcando un mismo paso a sus hombros obras de arte, hacen que la Semana Santa sea un tiempo especial y muy bonito de vivir, todo un regalo de nuestra cultura.

Por otro lado, y ciñéndonos ya a nuestros pueblos, la vuelta semi-vacacional de muchos emigrados volverá a llenar de vida sus calles. Así, muchos nietos del pueblo, nacidos ya en los madriles, en Vizcaya o a la vera del Pisuerga, correrán y serán el centro de las alegrías familiares en localidades por las que ya corrieron sus abuelos o bisabuelos en sus respectivas infancias, tan alejadas ya en el tiempo.

Semana por tanto de pasión y fervor religioso, pero también de pasión familiar, de recuperar el tiempo perdido (si es que el tiempo puede recuperarse), y de reencontrar las raíces culturales y familiares de una tierra que languidece, abandonada por muchos de los que, engalanados, cerrarán las procesiones de estos días. Y es que en la Semana Santa, el pueblo llano va por delante de las autoridades civiles y religiosas, pues es su esfuerzo el que logra sacar adelante con éxito las procesiones. Feliz Semana Santa a todos.

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