Basta con un despacho donde unos señores, con la seguridad de que lo harán a su manera, definirán los presupuestos sobre el gasto público. Decisión que afectará directamente a nuestra calidad de vida. De esta manera, los Gobiernos nos convertirán en cautivos de sus fallos y aciertos. Sin embargo, dichos señores planificarán las partidas presupuestarias y, aunque generen desigualdades y agravios, pensarán mucho más en cómo justificarse ante las ruedas de prensa, que en las consecuencias de su nefasta gestión. Por ejemplo, habrán de contar con argumentos para explicar por qué motivos una industria cultural, como el cine, mantiene un IVA de un 21%, mientras que la fiesta taurina se le reduce al mínimo. Las decisiones sobre los presupuestos sirven, también, para "ajustar cuentas" personales. Quizás por ello, el Ministro Montoro ha rebajado sustancialmente los capítulos de gasto del ministerio de su rival, el Ministro Guindos, frente a otros ministerios.
Seguro que están pensando que un gobierno no puede hacer siempre lo que quiere. Y es cierto, porque Bruselas exige que se recorten en 14.250 millones de euros los presupuestos para cumplir con el objetivo del déficit, que exige a España un 3,4. Sin embargo, todo depende de cómo se marquen las prioridades de gasto. ¿Y cómo se realiza esta valoración? En principio, ésta debería situarse en función de las necesidades de la ciudadanía. Pues bien, no ha sido así. Para empezar, ha habido una distribución desigual entre las CCAA y aunque sólo lo incrementa en Canarias, lo curioso es la proporción del porcentaje de recorte en cada una de ellas. Por ejemplo, en Cataluña y el País Vasco, sólo se reduce en 3 décimas, mientras que en Andalucía, el recorte llega a un punto; en Castilla y León, a pesar del mismo signo ideológico, pero de cuyos diputados no se depende para buscar acuerdos en el parlamento nacional, se atreve a reducirlo medio punto. De esta manera, la financiación autonómica no se fijará en función de sus necesidades de infraestructuras, ayudas a la sanidad, u otros capítulos de gasto, sino de una subasta política que compra adhesiones.
Fuera de los cálculos políticos vía presupuestos, lo intolerable es que el Gobierno presuma de experimentar un crecimiento económico, mientras regresa al año 2011, donde la crisis estaba en su fase aguda, y destina los mismos presupuestos de hace 6 años: 2.408 millones para dependencia. ¿Y en el 2011? 100 millones de euros más, hasta alcanzar 2.520 millones. No les ha bastado con reducir baremos y filtrar la demanda. Una residencia supera los 1.200 euros mensuales, y sólo personas con máxima discapacidad podrán acceder a las ayudas de la Ley de Dependencia. Con una mano, reducen la partida sin que les tiemble el pulso, y con la otra, cogen por el hombro a una persona en silla de ruedas, o con una anciana en una residencia para hacerse una foto con la prensa. ¿Total, quién lo va a relacionar? Otra de las fotos favoritas de los cargos políticos, son las que programarán todos los 25 de noviembre, el Día Internacional contra la violencia de género. Aquí se las ido la mano. Mientras si en el 2011 había un presupuesto de 48. millones de euros, ahora sólo destinarán 13 millones. Siempre es más barato financiar conciertos contra el maltrato, que poner dinero. Además no todo el mundo entiende de presupuestos, pero a todos les gusta la música.