El Excelentísimo Sr. Duque de Alba cedió a la iglesia de Babilafuente lo que fue la tribuna de su palacio, así como también el pasadizo o arco que comunicaba este con aquella
Del estado en que quedó Babilafuente, después de la retirada de los franceses, tras la derrota en Arapiles en 1812, y más habiendo servido de cuartel general, es fácil imaginar.
Su Iglesia, como ya se ha escrito en reiteradas ocasiones, quedó destrozada. Se quemaron altares, imágenes, libros y se llevaron todo lo que creían de valor. Por suerte, se salvó el cuerpo principal del altar mayor, que lo tiraron al suelo y que levantarlo y componerlo costó 742 reales.
Ante esta situación, las ayudas para reparar el templo se sucedieron. En noviembre de 1814, el Obispo Don Gerardo Vázquez hizo una donación de 4000 reales para socorrer las precisas necesidades. Tiempo después, en 1816, el Duque de Alba dona a la Iglesia, también para arreglos del altar mayor, 1.500 reales. Se empleó, entre otras cosas, en la obra del Sagrario y Tabernáculo nuevo.
Recién finalizada la guerra, llegaron a la parroquia religiosos de los conventos de Alba. Estos, poco a poco, fueron recomponiendo la Iglesia. A ellos se deben también los dos magníficos lienzos que se levantan a ambos lados del cuerpo principal.
Después de estas notas introductorias, el interés continuará centrándose en la cabecera de la nave central de la Iglesia, más como aspectos anecdóticos que artísticos.
En 1859, el Excelentísimo Sr. Duque de Alba cedió a la iglesia lo que fue la tribuna de su palacio, así como también el pasadizo o arco que comunicaba este con aquella. Tal y como estaban situadas, dichas cesiones suponía una gran ventaja para la fábrica, ya que incluso podría construirse una casa para el párroco, pues la iglesia carecía de vivienda. En caso de no construirse, estos espacios se podían emplear para un baptisterio y un trastero que también se necesitaban, según D. Rafael Herrero, cura párroco de la época. Para emprender la obra una "piadosa persona" entregó 2000 reales vellón. La tribuna de palacio que estaba protegida por una reja, valorada en aproximadamente en 700 reales, también fue cedida por el Duque. Dicha reja se vendió en 1866 por 280 reales al maestro herrero de esta Villa.
La casa para el párroco no se construyó hasta muchos años después. Desde la desamortización el sacerdote o sacerdotes habitaban en una casa alquilada pero, en 1864 su dueño la necesitó y tuvieron que salir de ella. Se recurrió, incluso, a la reina Isabel II, por medio de una carta, pidiendo ayuda para la construcción. No tuvo efecto tal petición.
En 1899, seguramente sin hacerse uso del pasadizo donado, (según documento encontrado en libro de sepulturas), a "D. Francisco Cortés y Teresa Rodríguez Manjón, marido y mujer, se les concedió por el muy ilustre Señor gobernador Eclesiástico del Obispado de Salamanca, permiso para edificar, sobre el arco que está adosado a la iglesia y que pertenece a ella, entendiéndose que lo que edificasen sería usufructuado por los días de su vida, sólo a la muerte del último pasará todo a la iglesia con los accesorios de puertas, ventanas, verjas que estén fijas, sin que los herederos ni sucesores se opongan a ello. Sólo retirar los muebles que hubiera"
No podemos dejar de mencionar a la señora Jacinta Posada, vecina de Babilafuente, quien en 1948 ocupó esta vivienda, como así lo recuerda su hijo Jacinto Prieto, siendo la última inquilina.
En 1917 el altar mayor y el expositor forman un solo cuerpo separado de la pared por un estrecho pasadizo. Por él se introduce la custodia y se puede pasar de una parte a otra. Dicho expositor, el zócalo y la pintura del altar se llevaron a cabo siendo D. Eladio Sánchez párroco de la villa. Así como la construcción de la casa parroquial.
Hoy día, de aquella unión del palacio e iglesia que conducía hacia una celosía desde dónde los Señores asistían al culto, queda un pequeño hueco abierto para recuerdo de un pasado.
Feli Blanco