Hacer amigos no es sencillo y conservarlos requiere de mucho cuidado, cariño y comprensión, pero una vez que llamamos a alguien "amigo" sabemos que por siempre ocupará un espacio en nuestro corazón.
Cuando un amigo se va
queda un espacio vacío
que no lo puede llenar
la llegada de otro amigo.
cuando un amigo se va
queda un tizón encendido
que no se puede apagar
ni con las aguas de un río.
Sabemos que cada uno de nosotros, no somos más que breves pasajeros en este mundo caprichoso, maravilloso y, a instantes, terriblemente cruel. Todo lo que dábamos por sentado puede caerse como un castillo de naipes de un día para otro. A veces es un accidente, y en ocasiones como fue su problemática, D.Vito, una enfermedad terminal que nos obliga a ver cómo se apagaba día a día en una dura batalla de la qué usted ni siquiera era el general que la dirigía.
Tener que dar un adiós a un amigo es algo para lo que nadie nos prepara. Es como perder la mitad de uno mismo y quedar huérfano, avanzamos a tientas sabiendo que no van a haber más llamadas, más problemas y alegrías para compartir. Su ausencia deja un vacío imposible de llenar.
Don Vito su perdida en ésta mañana de abril, cuando el sol aún no calienta los corazones, el mío se ha quedado parado, al saber su Partida hacia la Casa del Padre, sabe lo mucho que le respetaba, lo mucho que le apreciaba, lo mucho que siempre confié en su palabra y consejos. Era mi amigo D.Vito y duele la horfandad, aunque su final era esperado, desde hoy escucharé con mucha más atención la bella canción del amigo ido, ya son dos las estrellas que desde hoy alumbran mí caminar en éste mundo.
Cuando un amigo se va
queda un terreno baldío
que quiere el tiempo llenar
con las piedras del hastío.
Cuando un amigo se va
se queda un árbol caído
que ya no vuelve a brotar
porque el viento lo ha vencido.
(Alberto Cortez)
Me queda el consuelo de saber que partió al cielo y ahora descansa en paz