Los escenarios no son los de hace 20 años, "pero hay derechos a los que no se puede renunciar jamás: empleo estable, salario suficiente y condiciones laborales igualitarias y dignas"
Emilio Pérez Prieto, reelegido secretario general del sindicato CCOO Salamanca hace una semana, considera una prioridad generar empleo de calidad, eliminar la alta precariedad laboral y ofrecer una formación a los desempleados acorde con la demanda real de las empresas. Para ello, urge un nuevo estatuto de los trabajadores que sea lo más cercano a la realidad.
¿Qué balance sindical realiza de estos cuatro años al frente de CCOO?
Han sido muy complicados y de muchas dificultades, sobre todo porque desde 2007 arrastramos una crisis que ha seguido destruyendo empleo y, cuando se ha creado, ha sido absolutamente precario, con un 92-93% de empleo temporal y un 7-8% de indefinidos, contando con que ambos no tienen duración superior a un mes. Esto significa que precario es todo, lo único que cambia es la modalidad, que tiene que ver con la subvención o bonificación. Es preocupante que estos cuatro años haya aumentado en Salamanca el número de personas sin prestación ni subsidio. El que cobra, son más ayudas que prestación debido a unos contratos ridículos y miserables que no generan el derecho al desempleo. A esto hay que sumar que, según datos de la EPA, son casi 12.000 las familias que tienen a todos sus miembros en paro, cuatro años que sumamos datos negativos.
Tampoco lo tienen mejor los autónomos.
El emprendimiento en Salamanca no está cuajando, por mucha campaña que realice el Gobierno para decir que es el futuro del país. En ocasiones el tiempo como autónomo no supera los nueve meses o el año y, sin cumplir el requisito para la capitalización por desempleo y para acceder a la financiación, hay que devolverlo todo y, al final, acaba la experiencia de manera dramática.
¿Hay motivos para la esperanza en una provincia sin tejido empresarial?
La esperanza tiene que pasar por cambios importantes en el modelo económico.
¿Qué le preocupa más, los casi 28.000 parados o la precariedad laboral?
Van de la mano, pero hay dos situaciones preocupantes en Salamanca. Hay que crear empleo estable, porque el que se crea no sirve. No me valen los datos mensuales del Ecyl, porque la reducción de la lista del paro no significa que hayan encontrado trabajo, es que no renuevan la tarjeta de desempleo, me valen las altas en la Seguridad Social. En 2016 se hicieron 145.000 contratos y hemos terminado el año con 2.500 altas.
Eso significa que sigue existiendo mucha economía sumergida.
Sí, por desgracia, y no lo fomentamos, pero es la que hace sostener la gran cantidad de familias en desempleo y la contención social. En algunos casos, hemos vuelto a los años 70 y 80. El cabeza de familia aporta el mínimo ingreso legal y la mujer, trabajando en negro. Mucho del trabajo de las empresas se ha reducido desviándose al trabajo sumergido.
¿En qué sector se puede generar empleo para que una parte de los desempleados trabaje?
Con esta situación, es de esperar que más del 60% de estas personas desempleadas lo sean permanentemente. Y hay que tener en cuenta que la mayoría de los parados son jóvenes y a partir de 40-45 años, con una vida laboral por delante muy aprovechable. Si en una primera crisis a finales de los 80 quedó un paro estructural de cerca de dos millones, esta nueva situación de crisis puede dejar 3,5 millones de parados que, por desgracia, quedarán excluidos del mercado laboral. Hay un importante número de personas, 15.000 en Salamanca, que pueden tener muchas dificultades para volver al mercado laboral, porque tampoco tienen una alta cualificación. Salamanca es generadora de jóvenes titulados, pero deciden marcharse; quienes se quedan, por desgracia, son aquellos que abandonaron los estudios durante el 'boom' de la construcción. Es urgente intervenir, porque se está destinando mucho dinero público a programas de formación, integración y orientación que no están sirviendo.
¿Por qué?
No se está formando ni reciclando a los parados en las necesidades que tienen las empresas. Estamos dando formación de hace 20 años para un nuevo modelo laboral que, aunque en Salamanca sigue dependiendo del sector turístico, hay otro grupo que no entra en el círculo de precariedad laboral del sector servicios que espera una oportunidad laboral y no tiene posibilidades a través de las entidades que imparten formación. No están siendo útiles ni rentables porque tampoco se está reciclando a los parados sin cualificación ni formación. No se puede estar permanentemente destinando dinero para formación inútil o para contratos temporales en las administraciones. Hay que contar con las empresas para que nos digan qué necesitan y cuánto necesitan. El dinero tiene que destinarse de manera controlada y transparente, con un objetivo claro de contratación y de permanencia de los contratos. Ahora, con el dinero que llega de la Junta, se contrata seis meses para los meses de verano para obras de interés general en los ayuntamientos. Esto lo único que genera es una máquina de rotar desempleados, tendrían que tener continuidad. Ayuntamiento y Diputación tienen que pedir al Gobierno central que elimine definitivamente la tasa de reposición de las administraciones públicas. No se puede trabajar con contratos temporales, hay que hacer una oferta pública y con plazas de funcionario y personal laboral, porque necesidad hay. Nosotros queremos que se genere empleo en el ámbito público y en el privado, pero en el privado pasa por atender sus demandas, personas con determinada preparación o especializada.
Como existen mil conflictos personales y políticos entre Diputación y Confaes, seguimos sin consejo de diálogo social
¿Hay voluntad real por paliar la crisis laboral?
Lo primero que hay que hacer en Salamanca es sentarse administraciones, gestoras del dinero público, asociaciones empresariales y sindicatos, lo que se llama diálogo social. Por parte del Ayuntamiento, sobre el papel sí, pero falta de voluntad en la práctica. La Junta ha dispuesto de 144 millones este año para formación, empleo, desarrollo empresarial?mucho dinero para aplicar según las necesidades de ayuntamientos y diputaciones. En Salamanca hay dos escenarios, el del Ayuntamiento, donde está paralizado el diálogo social; y el fracaso más absoluto con la Diputación. En todas las ciudades de la Comunidad con más de 20.000 habitantes, y en algunas con menos, están constituidos consejos del diálogo social menos en la institución provincial por una clara enemistad personal entre el presidente de la Diputación y los responsables de Confaes, la organización empresarial que, por Ley, tiene que formar parte del diálogo social. Como existen mil conflictos personales y políticos entre ambas instituciones pues así estamos y es una falta de responsabilidad. Aunque nos consta que la Diputación destina dinero para el fomento de empleo en el ámbito rural y trabaja por el desempleo, es necesario contar con las empresas.
¿Cómo son las relaciones de CCOO con las instituciones?
El sindicato tiene un doble papel. Nuestra estructura está divida, por un lado 'territorio', la unión provincial, que es la parte representativa del sindicato, y por otro, la parte sectorial que está dividida en siete sectores, aquí la acción sindical en las empresas es más directa y es donde se negocian los convenios colectivos y se tramita la atención sindical o se coordina el trabajo de los comités de empresa, juntas de personal, comités de prevención de riesgos laborales?la actividad sindical es más reivindicativa, beligerante o de confrontación. Mi papel es mantener un equilibrio entre reivindicación, negociación y movilización, defendiendo siempre los intereses del sindicato. El congreso fue una muestra del respeto que tenemos.
CCOO es el sindicato mayoritario en Salamanca.
Hemos aumentado el porcentaje y hemos crecido en representación. Tenemos independencia política y eso es un valor. Tenemos las manos libres para negociar sin un coste político y eso nos hace libres y grandes.
¿Ha sido un lastre y ha pasado factura a UGT su vinculación al PSOE?
Sí. En un mundo tan politizado y donde el PSOE ha cometido tantos errores, por desgracia, en algún caso ha perjudicado al sindicado que depende del partido. A nosotros eso nos permite dar otro tipo de confianza. Además, tenemos una forma de trabajar en las empresas que va dirigida más desde las secciones sindicales ?grupos de afiliados de CCOO en una empresa- que desde los órganos de representación. Hacemos más visible al sindicato dentro de la empresa.
Hay que contar con las empresas para que nos digan qué y cuánto necesitan
¿Ha sido fácil mantener la independencia?
Absolutamente. La guerra interna de CCOO con el origen político, el PCE, se resolvió con la transición de Marcelino Camacho a Antonio Gutiérrez. Hubo muchos problemas, pero fue inteligente romper y una buena decisión, aunque nosotros somos una organización sindical sociopolítica.
¿Y a partir de ahora, cuáles son los retos?
En el ámbito interno, recuperar la afiliación que hemos perdido en ocho años, entre un 11-13%. Se ha perdido por una situación económica, pero hacemos una lectura positiva, porque se ha destruido cuatro veces más de empleo que pérdida de afiliados. A la gente le servimos. Hay que sumar la campaña de algunos medios, a nivel nacional, dedicados a menospreciar a los sindicatos y los casos de corrupción que han hecho daño. Esto ha generado animadversión Hay que recuperar la afiliación, mantener y hacer crecer el porcentaje de representatividad y mantener los convenios colectivos, más de 40 en Salamanca que afectan a más de 40.000 trabajadores, y 19 convenios colectivos de sector. Hay que seguir manteniendo vivos los convenios y, por otro lado, intentar incrementos salarios entre el 1,5-3%. Y consideramos fundamental frenar la gran sangría de los convenios colectivos. Hay que reformar el estatuto de los trabajadores, evitando que sean legales los acuerdos individuales entre empresario y trabajador, porque eso está matando la negociación colectiva y está haciendo mucho daño. En Salamanca, el 94% son pequeñas empresas de menos de 50 trabajadores y, aunque haya convenio colectivo de sector, el empresario tiene capacidad legal para modificar las condiciones laborales uno por uno. Una de las terribles consecuencias de una reforma laboral que ha deslegitimado el valor del convenio del sector para fortalecer el de empresa y hace daño tanto a los trabajadores como a las empresas. Es muy triste que haya una ley que permita esta situación.
¿Y una nueva reforma laboral?
No hay que derogar la actual, hay que hacer un nuevo estatuto de los trabajadores que sea lo más cercano a la realidad. Hemos vivido desde 1982 con el primer estatuto hasta 2010, con la primera reforma y después la de 2012, y el contexto laboral tiene que ser otro. Los sindicatos tenemos que ser conscientes de que los escenarios no son los mismos que los de hace 20 años, pero hay derechos a los que no se puede renunciar jamás: empleo estable, salario suficiente y condiciones laborales igualitarias y dignas. Suben los índices de siniestralidad y los accidentes laborales o trabajadores que acuden a su puesto sin condiciones de salud y hay que acabar con esta situación. Además, es fundamental regular una ley de protección social universal que garantice que las personas que ya no tienen posibilidad de incorporarse al mercado de trabajo tengan una garantía económica de vida.
Fotos: Alejandro López