Todo se mueve aquí en un juego de líneas y de luces. Y el hombre con la azada, ahora que el tiempo nuevo ya comienza, laborea el terruño muy atento, con una entrega antigua a la raíz, al mundo, porque de su labor depende la existencia de los frutos y por
Todo se mueve aquí en un juego de líneas y de luces. Y el hombre con la azada, ahora que el tiempo nuevo ya comienza, laborea el terruño muy atento, con una entrega antigua a la raíz, al mundo, porque de su labor depende la existencia de los frutos y por ello también la pervivencia del existir de todos. El asno, desde lejos y desde una quietud tan misteriosa, contempla la labor, pese a que no la entienda.
José Luis Puerto (Texto) / Rosa Gómez (Fotografía)