El escritor venezolano residente en Salamanca escribe sobre el último poemario del abulense, por el cual obtuvo el Premio Rafael Morales.
Vuelvo al Sur. El mar me deja
la derrota fugaz de un pez de olvido.
Ahora retorno hasta la orilla
inmóvil donde crece
la memoria de un tiempo ya lejano.
José María Muñoz Quirós
En sentidos y conmovedores versos, Muñoz Quirós regresa al Sur, al intransferible y único Sur de sus orígenes: el de su madre, quien desde Medina Sidonia se trasladó a la amurallada ciudad de Ávila para que el hijo tuviera en su memoria y en su emoción tanto el azul mar gaditano como los dorados campos de Castilla. El poeta recuerda, evoca y comunica: "En Medina Sidonia un pájaro me dicta / con su voz tu presencia. / He volado hasta la cumbre azul de cielo. / Me escribe la mañana un nacer en las rosas. / Miro a la lejanía por si volvieras. Nadie /me dice una palabra sobre ti. Todo calla".
Volver al Sur, poemario que se hizo merecedor del relevante Premio Internacional Rafael Morales en su edición de 2016, es un eficaz antídoto contra el olvido; el poeta versifica: "Cierro la puerta de las cosas amadas / para poder despertar en ese tiempo / y sentir el perfume de esos días / golpeando mis ojos". La madre amorosa lo toma de nuevo de la mano y lo conduce por los caminos de la memoria para que contemple como siempre y como nunca "el paisaje azul de la inocencia / de un pueblo blanco: la cal / en las fachadas, / las calles que se estrechan / y el tenue florecer de los geranios / en las ventanas de mi abuela".
Poesía memoriosa y laudatoria que abole el tiempo para revivir los espacios cálidos de la infancia y la juventud. Versos que le otorgan eternidad a los que se fueron sólo de cuerpo y que continúan existiendo en la eternidad poética del hijo, del nieto, del pariente que se transforma en demiurgo vivificador. En efecto, el poeta reconoce y se regocija por "volver hasta el origen", y pregunta para responderse sin tapujos: "¿Hay acaso otro modo más libre / de retomar la vida en ese punto / germinal del camino? Estoy allí / y florezco música y luz hasta agotar mi voz / en los instantes perdidos y remotos / que se quedan prendidos de la ausencia".
El Puerto de Santa María que era de otro poeta, el nuestro lo hace suyo: "No estaba / Rafael. Insomne el día / se desnudaba con la bruma / en un instante azul. Voy hacia el agua / y me persigue / el silencio escondido en la bahía?" Hasta Arcos de la Frontera de dirigen también los versos de Muñoz Quirós. Allí: "anida / un pájaro dormido / en la luna de plata. / Nadie arrullaba su letargo. / Puse mis labios / junto a la brisa herida, / y besé la sal de las palabras / ocultas en mis ojos /por los caminos frágiles del alma".
Hasta Cádiz boga el poeta en su nao de afectos;en la ciudad de la encantadora bahía, se encuentra nuevamente con la madre gaditana, mira con atención, olfatea y poetiza: "Hace paloma y huele a mar en calma, / y aunque no reconozco / el azul diluido sobre el fondo / de un cielo atormentado, / tú revuelves el pulso / de mis ojos y te acercas / acariciadamente / hasta llenar en mí / todas las sombras".
Tiempo y memoria nuevamente se hacen presentes en la añoranza evocadora de Muñoz Quirós, quien se niega a renunciar a los amores más genuinos del ser humano, e insiste en recobrar una infancia de amor y felicidad. Firma su nostalgia por la niñez perdida y recuperada en su vuelta al Sur y nos lega estos versos de alborozado recuerdo:
No hay un pez capaz de desnudar sus ojos
en esta playa intensa que me acompaña
cuando me acerco al oculto verano
de los días azules.
No hay un instante velado entre palmeras
en orillas de espuma.
Estoy envuelto en toda la cautiva serenidad
que me regala el mar cuando se vierte
en mi piel, limpia y tersa de noches y de lunas,
cuando atravieso su sombra que me envuelve
hasta cubrirme sutilmente de caricias amadas
junto al ardiente sol,
con el tibio perfume de instantes que reciben
mis palabras en insondables ángeles de estrellas.