Como si se hubiera quitado una monumental losa de encima. Así de relajado se mostró ayer Juan Vicente Herrera en la que ha sido su última rueda de prensa antes de ser relevado como presidente del PP de Castilla y León. Un encuentro cordial, afable y distendido como hace mucho tiempo que no recuerdan los periodistas que se ocupan de la información institucional.
Locuaz, y por momentos hasta dicharachero, Herrera se mostró más optimista que nadie ante la bicefalia derivada del desdoblamiento de las presidencias del PP y de la Junta. Está seguro de que entre él y Alfonso Fernández Mañueco va a existir una relación fácil y fluida durante la cohabitación que les espera. Y restó hierro al hecho de que varios miembros de su gobierno se posicionaran durante las pasadas primarias a favor de Antonio Silván, lo que situó dentro de la misma libertad de opinión ejercida en sentido contrario por determinados presidentes provinciales del PP.
El presidente de la Junta, que "en principio" (sic) piensa agotar su mandato, da por hecho que su sucesor en el partido encabezará el cartel electoral en las autonómicas de 2019 y se pone "a las órdenes" de Fernández Mañueco para ayudarle a recuperar la mayoría absoluta perdida en 2015: "Ha habido un mandato claro de la militancia que nos vincula a todos". Y defiende la libertad y autonomía del nuevo presidente del partido para formar el nuevo equipo de dirección.
En contra de lo que ha sido idea extendida, Herrera asegura haber mantenido en todo momento un intenso vínculo personal y político con Mariano Rajoy, sin que su relación se resintiera después de aquel consejo de que se mirara al espejo. "Me llamó y no para reñirme precisamente", desveló el presidente de la Junta. Respecto a Fernando Martínez Maillo, califica su relación como "correcta", eso sí, remitiéndose a renglón seguido a una frase de Alfonso Guerra según la cual "la política no es necesariamente un club de amigos".
Lo que ha declinado Herrera es convertirse a partir del próximo domingo en presidente de honor del PP de Castilla y León, propuesta que había anunciado el presidente del partido en Burgos, César Rico. Aunque argumenta que "no hay mayor honor que ser militante del PP y presidente de la Junta", su decisión puede que tenga mucho que ver con la procedencia de la propuesta: Herrera se habría tomado especialmente mal el resultado de las primarias en Burgos, donde, contra todo pronóstico, Mañueco se impuso rotundamente a Silván.