Ni la dislexia ni la tartamudez, ni siquiera la mudez absoluta, son en sí mismas obstáculos para una excelente comunicación. El molde y el soporte influyen en la transmisión, pero no dan o quitan sentido a las palabras. Véase este texto en mayúsculas: Hasta los errores ortográficos más graves pueden salvarse si son fruto del error involuntario y no de la ignorancia o la dejadez presuntuosa. Lo que importa en las palabras, y les concede valor, es su calidad ética e intelectual. Las palabras verdaderamente enfermas son las intoxicadas por la mala voluntad, las mentiras y las manipulaciones. O sea, las que gracias al creciente efecto multiplicador de los nuevos medios ?en particular las redes sociales? nos amenazan de pandemia.