Uno de los momentos de la obra producida por Javier de Prado
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LOCAL
Actualizado 26/03/2017
Redacción

El grupo de la ONCE, Lazarillo de Tormes, cosechó un nuevo éxito en la 142ª representación de esta obra de Denis Rafter

Es la tarde de un frío día de primavera, fiesta de la Anunciación del Ángel a María, o de la Encarnación del Hijo de Dios. Se iniciaría así el más prodigioso de los viajes acaecidos a este mundo, para todo aquél que crea que Dios hecho hombre vino a esta Tierra, a través de una mujer de carne y hueso. En esto creyó firmemente Teresa de Jesús, monja carmelita del XVI, de la que tanto venimos hablando a lo largo de estos dos últimos años, por ser el centro argumental de una singular y ya afamada obra de teatro, Teresa, la jardinera de la luz, que de la mano del grupo Lazarillo de Tormes, tantos éxitos ha cosechado hasta la fecha. La gran cantidad de público que ha tenido la fortuna de presenciarla, y el reconocido impacto que ha suscitado, avalan su calidad y admiración por parte de los que ya la conocen.

En una de las más populares ciudades de la provincia salmantina, como es Vitigudino, este 25 de marzo de 2017, Lazarillo pone en escena nuevamente en su representación 142, la vida y avatares de una mujer inigualable, que llegó a la categoría de doctora y santa de la Iglesia, pero que ante todo fue una mujer integral en todos los aspectos de su vida. Teresa de Jesús, a pesar de la época en la que le tocó vivir, en la que las mujeres ocupan un papel de segunda categoría, nulo en la mayoría de los casos, manifestó una altura personal, intelectual y teológica de tal magnitud, que le valieron el reconocimiento, no sólo del mundo religioso al que pertenecía, sino de cualquier ámbito que a través de todos los tiempos ha sabido entender su gran valía. Así, su nombramiento como doctora honoris causa por dos universidades, o los estudios que de su obra literaria se han hecho, dan muestra de ante quién estamos.

Mucho se ha hablado, estudiado y escrito acerca de esta mujer, sobre todo a lo largo del 2015, año de su V Centenario, en el que proliferaron las manifestaciones culturales y de toda índole, en torno a su figura. El mundo del teatro fue uno de estos escaparates. Multitud de puestas en escena se llevaron a cabo. Y este marco fue también el punto de partida del grupo teatral Lazarillo de Tormes que con Teresa, la jardinera de la luz se sumaba también a tanto merecido homenaje en torno a la santa. Sin embargo, esta obra, ha traspasado las fronteras del Centenario, y se ha seguido representando a lo largo de estos dos últimos años. El interés suscitado por este montaje, no deja resquicio a la duda: la gran calidad y elegancia del guion e interpretación del mismo, ha trascendido lo puramente estético o escénico para convertirse en un fenómeno, no sólo de gran interés cultural, sino que ha sabido llegar a lo más profundo de la raíz de la grandeza que el ser humano puede encerrar en sí mismo. Esto se consigue en apenas una hora, gracias a un guion que Denis Rafter, nuestro ya conocido dramaturgo irlandés, tan amante de nuestra tierra, escribió con tal precisión, que consigue reunir de forma escueta, lo más significativo de esta monja del XVI.

Los primeros escenarios en los que surge el fenómeno teatral, son los altares de las iglesias. Si a ello añadimos que en estos recintos sacros, se ha reunido la gente a lo largo de todos los tiempos para compartir lo mejor y peor de sus vidas, los convierte en los lugares perfectos para concentrar toda la energía de la existencia de sus moradores. Por ello, Javier de Prado, productor de Teresa, la jardinera de la luz, apostó desde un primer momento por esta escenografía, que ha hecho de la obra, al margen de otras cualidades, algo único, como lo son también todas y cada una de las representaciones que se llevan a cabo. Sin embargo, en esta ocasión, ha tenido que ser el teatro del centro cultural de Vitigudino, el que prestara sus instalaciones para la puesta en escena. Como es sabido, siempre se ha representado sin ningún tipo de megafonía, y al comprobarse que la acústica de la iglesia parroquial de san Nicolás de Bari de Vitigudino no era muy nítida y podía causar problemas de adecuada audición y comprensión por parte del público, se optó por trasladar al teatro de la villa, este singular trabajo.

Lazarillo de Tormes, ha conseguido con un simple atrezzo, trasladarnos de forma instantánea a la atmósfera del siglo XVI en la que tiene lugar lo escenificado. Con tan sólo un púlpito, un órgano, réplica exacta del que se halla en la Catedral Vieja de Salamanca y que tocara un coetáneo de Teresa de Jesús como fuera el maestro Salinas, la escena se convierte en un marco ambiental de primera categoría. A esto hay que añadir los hábitos que visten las actrices para emular a las hermanas carmelitas de Teresa, y el oscuro traje dominico que convierte a un intérprete magnífico en un temible fraile representante de la Inquisición. Este vestuario, está elaborado con las telas y diseños que se usaban en la época por las órdenes a las que pertenecían nuestros protagonistas.

Hay que resaltar la ayuda inestimable que prestó la Cofradía de san Nicolás de Bari de Vitigudino, responsable de que este montaje tuviera lugar en su ciudad. Con la aprobación de la parroquia que comparte nombre con esta Cofradía anfitriona, aportaron algún elemento más, traídos de la iglesia, para completar una sencilla pero adecuada escenografía en el teatro. Tal fue el caso de un bello y austero crucifijo de plata labrada, que junto a un simple altar con su cáliz, presidieron una escena donde el amor inmenso que Teresa de Jesús sintió por ese crucificado, adquiriera la trascendencia significativa para entender por qué esta gran mujer fue capaz de transformar su mundo y el que la contemplara en siglos posteriores. Con la reproducción en una proyección, sobre el fondo del escenario, del retablo de su parroquia, los componentes de esta Cofradía de Penitencia, no echaron de menos el familiar entorno de su iglesia. Acostumbrados a pasear por las calles vitigudinenses la parte más dolorosa de la vida del nazareno que tanto amara Teresa, asistieron emocionados a ver Teresa, la jardinera de la luz. Esta historia cargada de valores tan alejados del miedo, la deslealtad o la injusticia, nos retrata a una mujer que supo poner todas sus capacidades al servicio de Dios y sus semejantes. Reivindicativa en un tiempo en que la mujer no existía de cara a tomar parte decisiva en cualquier ámbito de la sociedad, la revolución que ella supuso no dejó indiferentes a ninguno de sus coetáneos.

Los espectadores del teatro de la Asociación Cultural de la Villa de Vitigudino, muchos de ellos cofrades, vieron pasar ante ellos, una vida llena de inteligencia y humildad; sabiduría y obediencia; elocuencia y paciencia. El guion lleno de anécdotas que las hermanas carmelitas cuentan de su madre, y de bellos textos que ella escribiera como cartas y poesías, dotan a este montaje de un carácter pedagógico a la vez que ameno, satinado de una fuerte carga emocional, así como de un fino sentido del humor y de ironía. Como en una procesión de Semana Santa, donde una historia humana aparece ante nosotros en forma de imágenes, en este trabajo teatral de Lazarillo de Tormes vemos en palabras y bellos cuadros escénicos desgajarse una historia de mujer valiente y entregada, que dejó huella profunda por esos caminos en pos de llenar una existencia de la mano del mejor de los hombres, el que fuera el Hijo de Dios, Jesús de Nazaret.

Se dice de san Nicolás de Bari que a pesar de su elocuencia y tenacidad para convencer a sus semejantes con dulzura, fue sin embargo un hombre, que incluso en su ancianidad, arremetía sin pudor contra todo aquél que abusara de los más desfavorecidos. Son éstas, cualidades que acercan su personalidad a la de Teresa de Jesús, y que le convirtieron en patrón de grupos débiles dentro de la sociedad como niños, pescadores, prostitutas o personas injustamente inculpadas. Para todos tuvo un milagro que les aligerara la existencia y por los que se ha convertido en protagonista de mágicas leyendas como la de repartir regalos entre la infancia el día de Navidad. Mágica y milagrosa fue también la vida de una monja carmelita del XVI, que logró, gracias a su valor y capacidad, enfrentarse a las injusticias del mundo en que vivía por su enorme amor a Dios. Amor que ambos compartían y que les han hecho acreedores no sólo de su santidad, sino de un reconocimiento y cariño especiales a lo largo y ancho del planeta. En esta jornada previa a la del Día Mundial del Teatro, 27 de marzo, los habitantes de esta localidad salmantina como es Vitigudino, y que tiene desde hace muchos años un Certamen de teatro propio, supieron valorar la puesta en escena de Teresa, la jardinera de la luz. Que también pone de manifiesto en sí misma toda la magnitud que este fenómeno supone, porque es capaz de reflejar lo que el ser humano encierra, ya sea en su faceta creativa, humana o divina, como nos cuenta de tantos excelentes personajes y hechos, que en definitiva, no son más que el reflejo de nosotros mismos. En una primavera llena de luz, en la que en este fin de semana, se nos regala una hora más de la misma, podríamos celebrar también el cumpleaños de Teresa de Jesús, nacida un 28 de marzo, porque nos ha dejado patente que hay personalidades que siguen cumpliendo años porque siempre están vigentes.

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