OPINIóN
Actualizado 26/03/2017
Carlos Javier Salgado Fuentes

Por fin se celebró la votación en el seno del PP autonómico con la que tanto nos han estado mareando los medios durante las últimas semanas, y en la que se dirimía quién sucederá a Juan Vicente Herrera al mando del PP en la comunidad autónoma.

Ciertamente, el proceso era bastante novedoso para un partido como el PP, que acostumbra a tener un solo candidato en sus congresos por miedo a que la lucha entre varios pueda ser vista exteriormente como signo de fragmentación.

Sin embargo, esta vez todo ha sido diferente. Así, las tensiones internas en el seno del PP de la autonomía de gentilicio imposible se han dejado ver de una manera bastante evidente: Dos facciones, dos candidatos.

De esta manera, por un lado se situaba Alfonso Fernández Mañueco, el candidato del sector que impulsaba Fernando Martínez-Maíllo, esto es, el más afín a Moncloa. Y de otro lado, Antonio Silván, candidato del aparato de la Junta y, por ende, preferido de Juan Vicente Herrera.

La votación se preveía reñida pero, sin embargo, el resultado no lo ha sido, y Mañueco acabó venciendo con dos tercios de los votos. En este sentido, a Silván le ha jugado una mala pasada la alta morosidad de sus paisanos de provincia, ya que si en número de afiliados suponían el 26% del total, al corriente de las cuotas y, por tanto, con derecho a voto, apenas representaban un 11%, pues de todos los supuestos afiliados al PP en la provincia de León no llegaba ni al 6% los que estaban al corriente de su cuota, dato que contrasta con el 22% de la Salamanca de Mañueco, cuyos afiliados al día de la cuota representaban un 21% del total de electores.

Pero si durante la previa y la votación se mantuvieron las formas, escenificándose además una especie de bendición por parte de Herrera hacia Mañueco una vez elegido, así como el paso atrás de Silván poniéndose a sus órdenes y felicitándole tras ello, no ha ocurrido tanto entre los cabecillas de uno y otro sector en Zamora, que han vuelto a escenificar dicha fractura.

De este modo, tras la victoria del candidato del sector maillista, la exalcaldesa de Zamora y pro-Silván, Rosa Valdeón, desenterró su positivo por alcoholemia pasado para señalar a Fernando Martínez-Maíllo como delator ante la prensa de este hecho con el que ella, que tenía todas las papeletas para sustituir a Herrera, quedó noqueada y fuera de juego.

La exalcaldesa zamorana y actualmente procuradora en Cortes, afirmó que "la Guardia Civil no me para hasta Morales. Allí se juntaron patrullas de cuatro comandancias distintas, cuatro. Acudieron recibiendo órdenes superiores, vía Ministerio del Interior o vía Partido Popular, a través de Maíllo", acusando a Martínez-Maíllo de que "telefoneó personalmente a algunos medios; a otros llamó el subdelegado de aquí, que es un hombre suyo..."

Lejos de dejar pasar estas declaraciones, Martínez-Maíllo salió al paso, afirmando con sorna: "El 50% de los accidentes de tráfico con muerte son por alcoholemia". Tras estas palabras, queda en el aire la posible veracidad de otras que pronunció Valdeón, que aseguraba que Maíllo llegó a decir sobre ella que: "Esta que va dando lecciones se va a enterar", antes del revuelo del susodicho incidente.

Y es que si bien las primarias del PP autonómico han llegado a su fin, las fracturas en su seno parecen vigentes más allá del intento de aparentar unidad de cara a la galería. Así, en el lugar donde más visible es esta división, Zamora, ha quedado en evidencia que las espadas siguen en todo lo alto en la lucha interna entre los dos sectores. Por ahora el sector maillista ha ganado una batalla importante, pero al herrerismo le queda mucha guerra por librar aún.

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