OPINIóN
Actualizado 24/03/2017
María Fuentes (Fotografías: Pablo de la Peña)

Cada cual es responsable de sus actos, pero hay épocas propicias a que determinados actos parezcan no tener responsables; y viendo tan libre el camino en él se ponen a caminar vendedores de humo y palabrería de barrios altos y cloacas profundas.

Por una parte va a tener razón Cánovas cuando definía a los franceses como españoles con dinero. Tanta, que políticos de tres al cuarto y banqueros de black Jack pensaron que ser Europeos era una cuestión sólo de dinero.

En ese clima tropical y con un humus perfecto, floreció el político "jeta", capaz de montarse en carros que le llevaban a su objetivo y asentar sus reales posaderas sobre la base de clientelas o votos asegurados con negocios de nudo apretado y pingues beneficios.

La corrupción no ha sido ni es en exclusividad de ningún partido, es la salsa donde la clase política ha consumido su crédito, donde los nuevos doctos de la chuleta y el corta/pega quieren untar su hogaza repleta de molledo y hasta que llegue el momento liquidar los restos de cariño y arrumacos de primera plana, ofreciendo en el Parlamento el lamentable espectáculo propio de los programas "culturales" que tanta vida le han dado.

Mira que estamos sumidos en un cambio climático, pero las nuevas corrientes que exhalan sus bufidos, que irrumpen en la escena como un elemento de modernidad para dar brillo a la "aristocracia definida y rancia" siguen sin necesitar cerrajeros, las puertas se le abren solas, los tabiques se diluyen y se encuentran campando por palacetes soñados a precio de VPO.

Nos tocará recoger las escorias de tanta modernidad política y social, o quizás ya estamos en ello, y los que lo organizan y organizaron este juego de rol para estúpidos se libraran de visitar ningún juzgado; claro está siempre le quedaría la amnesia..

Cada vez, que tengo la mala idea de analizar la democracia, me encuentro con primeras planas de juicios sin juzgados o lo que es peor acusados sin jueces, cuando lo primordial sería hacer un cambio sustancial en nuestra legislación; oigo, veo , siento y sufro el vocerío y la confusión que nos rodea, aparecen compinches que simulan ataques y conspiraciones, que incluso fingen denostar la corrupción, proponen la supresión de la Audiencia, magnifican la inutilidad del Parlamento (menos su escaño).

En este maremagnum las voces de los acusados y sus lacayos, se alzan culpando a los jueces del delito que ellos cometieron, interponen recursos vacuos que retrasan más los fallos a los que ellos exigen premura; y los trileros de nuevo cuño alzan la voz para allanar un camino que, si hay justicia, los sentará tarde o temprano en un duro banco de la curia desconchado de tanto culo pasajero.

Y viendo cómo se dibuja el comic del que formamos parte, ya pueden ampliar el cupo de plazas en judicaturas, exigir lógica y sobre todo moral, limpiarlos de lecciones moralistas y soflamas populistas (ya empachan) pues de sus sentencia va a depender la reconstrucción del clima moral y legal, que ahora nos lo han cambiado por "trimardito".

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