OPINIóN
Actualizado 23/03/2017
Redacción

Conocí a Sebastián Tabernero hace unos años en el Colegio de El Pilar. Aún estaban mis hijas por allí cuando coincidimos en una celebración del Padre Salaverri. Cuando nos presentaron me habló del libro que le había escrito a su hermano después de su muerte prematura, cuando solo tenía 25 años. Serafín había sido responsable de las fraternidades y aquel 2009 hubiera cumplido los cincuenta. Aunque la edición fue trabajosa, Sebastián recogió testimonios y documentos que mostraban la identificación con el carisma laical de los marianistas. Unos años más tarde, después de haber leído con interés la obra, el ahora Cardenal Osoro le envió una carta de agradecimiento por este trabajo sobre el sentido de la vida de su hermano.

Sebastián me pidió que lo acompañase para hacer su tesis doctoral y desde el primer momento fue muy sincero. Me comentó su experiencia como abogado de familia y la necesidad de analizar el perfil ético de estos abogados. A diferencia de otros profesionales del Derecho, el abogado de familia no sólo debe tener una especial dedicación a sus clientes sino a la fragilidad de los hijos, como bienes que están en juego. Además de mediador entre las partes, entiende que el sentido de su profesión está en la familia como un bien básico que necesita protección. Aunque algunos colegas no entienden esta distancia que les pedía a los clientes para que vieran más allá de sus propios intereses, otros sí reconocían la honestidad de sus planteamientos, no sólo para salvar a los clientes, sino para salvar la familia.

Para analizar este perfil ético del profesional del abogado de familia le sugerí que no perdiera el tiempo, que reconstruyera casos difíciles y conflictivos de su propia práctica. En algunas conversaciones, aparecía la figura de Viktor Frankl, autor muy conocido por Sebastián porque él mismo presidía una asociación que llevaba ese nombre. Desde esta asociación se está realizando una labor social importante de acompañamiento, asesoría y formación a personas que afrontan cáncer, la muerte o el duelo. Como conocía bien las obras de este médico y psiquiatra, le pedí que trasladase las reflexiones sobre «el sentido de la vida» que se encontraban en la logoterapia al sentido de la profesión de abogado de familia. El resultado fue una tesis excelente que publicó editorial Samaruc el pasado año 2016.

Es probable que muchos lectores, clientes y colegas no sepan que Sebastián se está recuperando de una grave operación. Quizá tampoco saben que está débil y necesita las energías y el apoyo de quienes le conocemos. El otro día recibió la visita de Alex Vesely, el nieto de Viktor Fankl que se desplazó desde Ginebra solo para verle durante el poco tiempo que permiten en urgencias. Aunque no tenga hijos, en este día del padre, muchos amigos y familias de Valencia tienen en él un padre muy especial.

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