OPINIóN
Actualizado 20/03/2017

"El realismo mágico se define como lo que sucede cuando un ambiente realista un entorno realista y detallado, que se ve invadido por algo tan extraño que resulta increíble?". Así comienza una conocida serie de éxito catódico que auna poder, dinero, traición y venganza.

No voy con esto a dudar ni a cuestionar lo que sucedió el pasado viernes en el PP de Castilla y León, cada uno es libre de elegir a los suyos como le venga en gana,. Pero estarán conmigo que la chapuza fue de las gordas.

Y no porque nuestro Fernández pase a ser el Fernández de toda Castilla y León, con permiso de Maillo. Si no porque en un partido político serio y con suficiente estructura para habilitar procesos garantistas, que no generen dudas, esto es cutre. Y es que a veces cuando se intenta una cosa sin mucho interés, la cosa se tuerce y el resultado acaba siendo totalmente opuesto al deseado.

Ya sonaba chusco incluso un poco raro, lo de "voy a ganar con claridad", que dejó caer sin rubor el predicandidato charro. O que los problemas censales tuvieran como protagonistas a León y Valladolid, las dos provincias más potentes de supuesto apoyo a Silván.

Pero mi pensamiento turbio se aclaró cuando leí la opinión del presidente popular de Ávila. Que el mismo día de la votación dejo perlas como "no se pueden hacer peor las cosas", "ausencia de proyectos para Castilla y León", "el proceso de los últimos días no ha sido bueno y uno puede contar hasta donde puede contar". Y yo como Antolín Sanz, no veía la cosa ni especialmente brillante, ni nada. Simplemente no la veía.

Quizás uno no andaba tan desencaminado. Y este tipo de procesos son un quiero y no puedo salido de mentes que ni quieren ni pueden.

El Partido Popular ha entrado de cabeza en una pirámide de mediocridad peligrosa y totalmente autodestructiva. Trasladando a su estructura y, por rebote impepinable, a las instituciones, el nuevo viejunismo de un aparataje sin chicha ni limoná, que decía el otro. Y de claro interés y voluntad atornillante.

Hace muchos años las guerras internas se movían contra el caciquismo, así las denominaban. De políticos que recogían el testigo de una política decimonónica de clases, o eso al menos nos vendían. Recuerdo como se intentó y se consiguió apartar el Casimirismo en esta provincia. Con un aire nuevo de políticos que se apoyaban en el grupo, las ideas y un determinismo que se aplicaba al servicio. Pero todo eso acabó, cayendo sin rubor alguno en ese Casimirismo que detestaban, eso si 2.0, elevado a la enésima potencia.

El Partido Popular, ha tenido, y tiene, la oportunidad única de aprovechar sus congresos para dar un giro a las formas, a su ética interna y darle al ciudadano todo aquello que demanda para ilusionar, y volver a creer en una clase política, que aunque me pese, cada vez es más clase y menos política.

Pero es difícil viendo como suceden las cosas, y como vienen dadas, que algo mejore. El realismo mágico se combate con realidad pura y dura. Y las pirámides caen desde la base nunca desde la cúspide. Pero cuando base y cúspide son lo mismo, la solidez de la estructura únicamente peligra por la intervención externa del voto. Pero este PP no responde ni a esa máxima del resultado.

Este fin de semana algún amigo, creo que bien intencionado. Me decía, que con todo, la coronación de Mañueco era buena para Salamanca. Imagino que se refería a que nuestra provincia podría beneficiarse del hecho, ojalá, y no a otra cosa. Pero yo solo creo que esta victoria solo es buena para el mismo.

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