Los padres modernos somos tan listos que no tenemos ni idea. Y lo peor es que algunos nos creemos que sabemos más que los nuestros, que no tuvieron la oportunidad de leer tanto, de estudiar tanto, de acceder a toda la información con un solo click desde un aparatito que ocupa el mismo espacio que una cartera y que se come todo el tiempo que deberíamos dedicar a nuestros hijos. Todo.
Cuando yo era pequeño lo de las actividades extraescolares no se llevaba como ahora. Era otro concepto. Ibas a "permanencias" que era como un refuerzo escolar donde te ayudaban a hacer los deberes para que tu horario encajase con el de los más mayores de la casa. O te apuntaba tu madre a las "manualidades" del APA que ahora es AMPA, como si antes los padres no incluyesen a las madres y como si los estudiantes tuvieran que ser estudiantas y estudiantos. En fin.
Cuando yo era pequeño mis padres nos dejaban jugar mucho rato en la calle y se preocupaban de que merendásemos e hiciésemos los deberes. Pero ni nos preguntaban constantemente qué queríamos de merendar, ni se ponían con nosotros a resolver problemas y a estudiar. Como mucho te repasaban la tarea para ver que la habías hecho o aguantaban el libro mientras recitabas lo que tocaba memorizar para comprobar que te lo habías aprendido. Pero sin tomarse tus estudios como si fueran los suyos. Quizá porque respetaban más a los maestros, quizá porque eran conscientes de sus limitaciones, quizá porque ejercitaban el sentido común de los sabios que los listos que todo lo sabemos obviamos por venir de serie (aunque no tanto). Y nos da por ir contra natura, porque somos muy modernos y porque lo hemos visto en interné.
Ahora que soy padre intento parecerme en lo bueno a los míos y corregir lo que no me gustaba tanto -aunque me salga sin querer-. Y este año, tras hablarlo con la madre de las criaturas, hemos decidido desapuntarlas de algunas extraescolares y dejar que jueguen en la calle. O que se aburran. De modo que los jueves, cuando salen del colegio, tienen toda la tarde libre. Y uno de nosotros al tanto de ellas.
La idea era que se aburrieran, no organizar absolutamente nada. Que bastante tienen con patinaje, inglés, pintura y natación. Pero qué va. El jueves para ellas es el día más especial. Meriendan pronto y hacen sus tareas. Después se lían a jugar. Y no paran.
El año que viene habrá que plantearse de nuevo la jugada. Porque las extraescolares no tienen otro sentido que ajustarse al horario de la nueva esclavitud laboral. Eso y que las niñas disfruten ese rato con actividades que nada tienen que ver con el colegio (aunque sean tan educativas o más). Ya digo, el año que viene, si podemos, haremos semana completa de aburrimiento y que elijan una sola extraescolar. Ya veremos.
Por cierto, feliz día del padre y eso.