OPINIóN
Actualizado 07/03/2017
Francisco Delgado

No voy a escribir aquí sobre esa deliciosa película "La trama", de Hitchcock, mitad comedia, mitad suspense, que hizo el cineasta al final de su carrera. Ojalá "la trama" a la que me refiero tuviera una parte de comedia, o incluso una parte de suspense; pero da la casualidad de que a esta trama le falta todo matiz de comedia y de inseguridad en sus planteamientos.

El concepto de "trama", que un politólogo próximo a la izquierda española acaba de definir es un concepto iluminador, sin concesiones, fácil de entender para los que quieran entenderlo. No es como el concepto de "casta", que Podemos divulgó y manejó con frecuencia, pero que tiene unos contornos o límites poco definidos. Trama es (según lo he entendido) toda una organización global de poder, creada por los poderes financieros, que están en la cima del diseño. En la trama la clase política está al servicio de los financieros, la democracia está sujeta y "vigilada" por amarras tan poderosas como invisibles y la población general "no sabe/ no contesta", creyendo que sabe y/o contesta "eligiendo" cada cuatro años a sus representantes. La trama está tan fuertemente trabada, que es muy difícil que un país pueda salirse de ella, como hizo nuestro vecino Portugal con el gobierno actual de coalición de izquierdas.

En España la "trama" ha funcionado a la perfección con el bipartidismo PP-PSOE hasta las últimas elecciones, en las que la maniobra de coalición PSOE-PODEMOS fue boicoteada por todos los agentes en juego, incluida la mayoría de barones del Psoe. No solo en España, sino en la mayor parte de los países europeos la trama tiene una urdimbre sólida que mantienen el sistema político y el porcentaje de votantes necesario para que funcione con precisión.

Hasta aquí este nuevo concepto. La pregunta ¿qué puede hacer el individuo, partícula insignificante envuelta en esta red omnímoda, casi "invisible" y con características camaleónicas?Además de saberlo, evitar que la política cada día "le aburra más y más", (pues los cambios en su vida individual quedan fagocitados por el gigantesco individualismo que la trama alimenta y necesita) y no dejar que su creatividad deje de expresarse en su pequeño mundo.

Como hace mi amigo el poeta Agustín B. Sequeros, cuando trasforma todo un conjunto de sentimientos y sensaciones en bellas y/ o juguetonas palabras. Ayer, al hablarle yo de la "trama", me recitó un poema satírico suyo, titulado "Bestiario", en el que ironizaba sobre las aves que tanto aparecen - sobre todo palomas - en la poesía lírica. Sus versos finales eran:

Y puestos a enumerar animalitos,

podríamos pensar en

loros y cacatúas (pajarracos),

tan locuaces,

amigos de lobos y de buitres,

adoradores todos ellos

del becerro,

del becerro de oro,

el becerro de nuestros pagos.

Pues eso. Que si hay muchos adoradores del becerro de oro, muchos otros seguiremos adorando al dios lenguaje, más creador, lúdico y sano que a ese dios que adoran "los de la trama".

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