En vísperas del Día Internacional de la Mujer, se publican textos de Amador, Acosta, Prada, Frayle, Amat y Andrés, seleccionados por el poeta A. P. Alencart
Amplia repercusión está teniendo el volumen 'No Resignación (Poetas del mundo por la no violencia contra la mujer)', también conocido como 'Antología de Salamanca'. Se publicó el pasado mes de noviembre bajo sello del Ayuntamiento de Salamanca, y contiene los textos de 136 poetas de cinco continentes. Entre ellos, están los aportes de 17 poetas salmantinos. Ahora dejamos conocer los textos de seis de ellos: José Amador Martín, Carmen Prada Alonso, Luis Frayle Delgado, Verónica Amat, Maribel Andrés Llamero y Aída Acosta.
JOSÉ AMADOR MARTÍN
VOLAR
El miedo es lo que ausenta el amor
atrapa, asusta,
nos lleva a un telón de abismos
en el que la danza de los días se desgarra
en la soledad de los instantes.
Necesitamos no resignarnos a la esclavitud de las cadenas,
abrazar el instante
cuando acude la soledad
y podemos morir sumidos en el desorden de la incertidumbre,
de la libertad de los demás,
que son las cadenas que someten las voluntades.
Es necesario volar
a los océanos infinitos de la existencia,
para vencer la inercia de todo aquello que nos hunde.
Ser libre, establecer los propios límites.
Amar,
algo tan sencillo y silencioso, tan severo con la dicha.
en silencio, sin angustias,
Despojarse del miedo,
abrirse a la experiencia de la vida,
donde danza el espíritu.
Es necesario no resignarse y ser uno mismo cada día de la vida.
Mª DEL CARMEN PRADA ALONSO
PARA QUE NO SUFRAS MÁS, MUJER
Para que no sufras más, mujer,
agárrate a tu raíz,
fuerte como la verde juncia,
no dejes que sucumba
por la ausencia del calor negado.
Ve a la gavia,
donde atisbes a tiempo las galernas
para ponerte a salvo.
Libérate de la Medusa
que te convierte en inmóvil piedra.
Arroja los coturnos
para que tus pies
no vuelvan a calzar tragedias
y haz que la negra torre
bese sus fundamentos.
Cubre tus dolorosas grietas
con oro y plata
para asegurar tu fortaleza.
¡Oh hija de los duelos!
Funde la niebla que reservó a tu llanto
la mirada ausente de dichas
y salva del castillo
las almenas naufragadas
en los pliegues del agua indigna.
Atraviesa el denso aire
para que salgan de las sombras
tus heridos sueños.
Abre tu cielo, amiga,
vacío de enhiestos verdes,
y deja que los albores
desopaquen tu mirada.
Para que no sufras más, mujer,
no respires asfixiantes disimulos,
pues tienes el poder concedido
de aplastar la cabeza de la serpiente,
antes, mucho antes
de que clave sus fauces
en el pórtico sagrado de tus tobillos.
Serás así tierra ennatada
en cuya fuerza nueva
germinarán las semillas
que exhaló de tu vientre
la sometida libertad.
AÍDA ACOSTA
"Y me las apañaba bastante bien hasta que tú
derribaste mi piedra de un puntapié;
y quedé al descubierto, todo musgo y ojos".
'El bosque de la noche', de Djuna Barnes
El espacio está lleno de abanicos.
Los árboles lanzan su cuerpo oblicuo.
Vuelve el grito.
La noche regresa como un desierto
abierto de canicas negras.
Con palabras derribaste mi piedra
y ahora permanezco desnuda
todo frío
midiendo el invierno
con manos llenas de musgo y liquen.
El dolor se escribe a veces
como una lluvia débil.
Vuelve el grito.
Los pasos son ventosas
que atrapan el licor de los días.
Se aloja como un pájaro
el ruido inquieto que derriba
y el amor no reconoce
la silueta del abrazo.
Detrás del tiempo
se desvanecen los gritos
se asusta la tristeza
y regresa con pies diminutos
la ternura, el océano
el sol a las ventanas
la lentitud del amor
el oscuro deseo de empujarse a besos.
LUIS FRAYLE DELGADO
MUJER SIN MORIR MURIENDO
Ay, esos pétalos mustios
que día tras día van cayendo de tus párpados,
inexorablemente, del alma.
Te acuerdas, mujer, te conocí
cuando brotaban flores de tus pechos
y gritaban alborozadas tus sonrisas.
Tu corazón era azul y blanco
y se vestía de rojo ardiente
para la fiesta del futuro.
Se te abrían las miradas a todos los misterios
que en copa de fino cristal
te ofrecía venturosa la vida.
Conociste el gozo y los abrazos
y te sentiste plenitud junto al amado.
Entonces germinó en tu seno la semilla deseada.
Hasta que un viento desconocido
se metió en tu jardín secreto
y la aridez y la amargura
secaron inclementes la raíz de los rosales
que tu mano regaba con cariño.
Y el desdén y la apatía
invadieron los rincones de tu casa.
Hace años que muere tu amor incomprendido
y en la madurez de tu cuerpo
te cubre una sombra de soledad desconocida.
La tristeza se te aparece en tus amaneceres
y borra todos los caminos del encuentro.
Mas sigues amarrada a las cadenas
que se te han tornado frío hierro.
Escucha, amiga, tu palabra interior,
si ya no hay ojos que te miren
después de las hojas caídas del otoño
y la visión de árboles yertos
abrumados de escarcha y de pesares.
Cuida tu huerto con el mismo cariño
que llevabas a tus hijos en el seno,
ahora que hace años que se han ido.
Y cultiva las gotas de amor que te han quedado
para quien pueda recibirlo.
No te abandones al desconsuelo del silencio.
Que después del crudo invierno
verás en tu pecho arder las alamedas
y se disipará el negror de tus tinieblas.
10 de marzo, 2016
VERÓNICA AMAT
SIENDO QUEBRANTO EL AMOR?
Llegan como flash intenso de fuego
Días libres serenos y ciertos
Ya es nostalgia cuando los cabellos
Comienzan a brillar como la aurora.
Días de comunión y de alegría
Derramados en cánticos de arrullos
Pasando el existir-niña en regazo,
Junto al blanco esplendor de la familia.
Mas llegó la sumisión cruel al hombre
Y el alma fue cercándose a sí misma
Como el tallo tronchado de una rosa
Sin savia viva, su rocío nieve.
Plegándose el tiempo sin medida
Desgajado sentir en su destino
Siendo quebranto el amor día tras día
Cuánto duele sentir lo no vivido.
MARIBEL ANDRÉS LLAMERO
MOTIVO DE LA FUERZA
Aqui está meu rosto verdadeiro,
defronte do crespúsculo que não alcançaste.
Abre o túmulo, e olha-me:
diz-me qual de nós morreu mais.
Cecilia Meireles
El miedo de la mujer a la violencia del hombre
es el espejo del miedo del hombre a la mujer sin miedo.
Eduardo Galeano
Amo a todos los hombres
que son
Hombres
de mi misma especie,
que reciben su nombre
no en lo que son
sino en lo que eligen
no ser.
Hombres sólidos en claridad
que comprenden el crudo espesor
de la penumbra,
que tasan la vida en el amor
del que se hicieron merecedores
y miden la altura de los seres
en la caricia, y de la mano solo
conciben su fuerza
si tendida.
Amamos a los Hombres
que del ser enfrentado
agradecen humildes
la voz
- respetada cuando dice no
a ti no
o
ahora sí-
porque es ella la que los nombra
y los canta.
Sabed que amaremos solo a esos Hombres
espejados para ser más ricos,
que no quieren con sus pasos horadar
el barro común que nos sostiene,
pues su mirada fértil sobre el mundo
ensancha el corazón,
haciendo el transitar por los senderos
más amable.
Os amamos
porque reconocemos como propias las formas
de vuestros cuerpos viriles, nos reconocemos
en el abrazo idéntico pero distinto
de igual a igual;
porque os elegimos
con el espíritu libre y radiante
de los que se saben dos
y también uno
y se toman
y no se hieren
sino que son
así
mejores.
De nuestro amor mutuo brotan besos
y a veces hijos en sementera
y unidos
en cadena extendida de raíces
sobre la tierra
nosotros
somos
la Humanidad.
*****
A los otros
los negamos
esos que querrían ser
pero no
no son.
Nada en ellos recuerda
a los Hombres verdaderos
pues su existencia de náufragos
de la tribu a la deriva
multiplica lo oscuro
de los demás seres,
convirtiendo en miseria y en despojo
aquello que intentan
ceñir.
A vosotros no
no os miraremos.
A la crueldad y a la barbarie
responderán palabras férreas e inclementes.
No vulneraréis ni quebraréis más
porque tenemos valor y aliento para oponernos a gritos
a vuestra hombría torpe y arruinada
que no alcanza a entenderse
a sí misma.
La fuerza está en nuestra voz
y prolongada sin redención hacia el futuro
en nuestros cuerpos:
os vencemos en lo que no sois
y en lo que no seréis
con el verbo y con los vientres
que también deciden
sobre la vida,
que se os niegan
al amor
y a los vástagos.
No cobijaremos semillas podridas,
inertes vuestras madres no volveréis a ser hijos:
que vuestra musculatura llena de vana brutalidad
se pudra y extinga
que nadie habite vuestros gestos.
Vuestra sangre de traidores
de la creación no verá más
la renovación de la primavera.
Rechazados por la especie los que rechazan
su especie,
los que no saben ser
no serán.
Porque así como nosotras
la tierra que no os reconoce como suyos
os olvidará,
y no habrá siquiera al fin
un solo verso que nos sostenga
juntos.
Esto escribo:
escuchad el latir de vuestro corazón
que ya no.
Y no
no nos miréis
a las mujeres
más;
no tenemos nada
para vosotros,
dicen los Oráculos que nada
nuestro
contendrá vuestro sucio tacto
Nunca Más,
que sois ya
lo que siempre fuisteis
último escombro
de una humanidad enferma.
Fotografías: Jaqueline Alencar / José Amador Martín