OPINIóN
Actualizado 04/03/2017
Ángel González Quesada

"Ni la venganza ni el perdón ni las cárceles ni siquiera el olvido pueden modificar el invulnerable pasado"

J.L. BORGES, "Nueva refutación del tiempo" en 'Otras inquisiciones'.

Posiblemente influidos por el ínfimo nivel del actual discurso político español, y seguramente contagiados por la inveterada costumbre de los 'enterados' de tomar a los ciudadanos por imbéciles, los más preclaros y aguerridos adversarios del nacionalismo catalán, inauguran un nuevo frente de batalla que se une al ya antiguo del desprestigio sistemático de lo catalán, al clásico de intento continuado de abaratamiento de sus instituciones o a la incansable y tan previsible siembra de sospecha hacia sus dirigentes. No otra cosa es la actual irrupción en las librerías y en las mejores páginas de los diarios de cuidadas ediciones de libros "de historia" de España y entrevistas a sus autores, editores y prologuistas, todos ellos alineados en el anticatalanismo y con muy "particulares" y "novedosas" visiones de nuestra historia. La nueva vanguardia de este recio (y rancio) españolismo anticatalán, toma forma así con el intento de reafirmación de la identidad española, no atendiendo a los valores que (en su caso) atesore la unidad de España ?dudosos y evanescentes según quien esto firma-, sino en base a la negación y cuestionamiento de cuanto históricamente hayan podido debilitarlos.

Así, se ha iniciado una costosa operación de difusión, extensión y edición de cuestionamientos de la 'leyenda negra' en base a la negación de su misma existencia o a los espurios intereses extranjeros que la inventaron, entre los que la Revolución Francesa o la misma Ilustración vienen a considerarse por el neoimperio españolista como responsables de muchos de nuestros problemas. La expulsión de los judíos por los Reyes Católicos y la Iglesia, hasta hace poco baldón del deshonor de la archicatólica España y hecho histórico de indudable trascendencia en el desarrollo de la cultura universal, viene en este nuevo frente de recuperación imperial anticatalán a pregonarse con tal benevolencia, mentira y chalaneo históricos, que pareciera que en 1492 los sefarditas desfilaron hacia el exilio en alegre y festiva comitiva dando gracias a Isabel y Fernando por el favor concedido.

A las condenas dictadas por la Inquisición española, su misma existencia y la salvaje represión que en forma de asesinatos, tortura, imposición, extorsión, censura y amedrentamiento general ejerció el Oficio durante siglos, este neoespañolismo anticatalán de hoy opone, como intento de absolución, la comparación con las condenas por herejía de Calvino y otras persecuciones religiosas medievales, tratando así de negar o atenuar, o confundir en la extensión, el impacto histórico que el siniestro Tribunal causó en la historia de España, y todavía.

Ningún detalle de nuestra historia, sobre todo los que pudieran perjudicar una imagen idílica (y falsa) que contribuya a forjar cierta visión "prestigiosa" del país y su' indisoluble' unidad, escapa a la tergiversación y manipulación de estos neopatriotas. El genocidio del descubrimiento, conquista y colonización americanos, los contemplan estos redivivos devotos del 'Santiago y cierra España' como siempre han querido: nada más que como actos de "evangelización" , "culturización" y "encuentro" de unas tierras salvajes que habrían de estar, según ellos, eternamente agradecidas a la "madre patria". Los excesos de colonizaciones, arbitrariedades de virreinatos, iniquidades de protectorados, crímenes de dictaduras, mentiras de dicta-blandas y otras instancias de la dominación dentro y fuera de la piel de toro, o la amarga historia de las guerras de independencia contra los países americanos, vienen a juzgarse y absolverse hoy por estos defensores del imperio como cuasi beatíficos intentos de racionalizar el mapa del mundo a partir de una indiscutible bondad española...

Uno tras otro, los jalones históricos que han definido no sólo la historia de España sino la configuración del mundo, son ahora cuestionados y manipulados (negados y reescritos) en la gran campaña contra el nacionalismo catalán en favor de una visión de lo español, de la unidad de España y especialmente de la historia de la existencia de la nación, como errores históricos que la contemporaneidad debería corregir para que resplandezca en la nueva narración de nuestro pasado una verdad de nuestra historia que a todas luces, según estos manoseadores, habrá de revelarse mucho más elegante y venial.

Ojalá la historia de la historia, y de sus manipulaciones, un día escriba la verdad en el capítulo dedicado a un tiempo, éste, en el que el cortoplacismo social, la mediocridad política, la negligencia institucional, la incultura general y el más nimio y barato interés político pretenden disfrazarse de verdad negando, precisamente, la verdad. Y ojalá esta estúpida persecución en el pasado de una identidad española (o catalana) que el presente niega, no se ponga de moda. Como tanta patraña.

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