OPINIóN
Actualizado 01/03/2017
Redacción

20/febrero/lunes

Viajo a Madrid para asistir a la Mercedes-Benz Fashion Week. Como cada año se dan cita en la pasarela los mejores diseñadores de España. Me interesa conocer la nueva colección de Esther Noriega, quien acude a esta cita por quinta vez. Presenta 27 modelos cada cual más sorprendente y original, llenos de luz y color, inspirados en la elaboración del champán Sanger, una de las bodegas más señeras de Francia. "Voyage 360" fue el título bajo el que se acogió el trabajo de esta diseñadora que tiene sus raíces en Villavendimio, pueblo cercano a Toro, y a la que conocí en la última edición de la Semana Internacional de Cine de Valladolid celebrada en octubre del pasado año.

El mundo de la moda es desconocido para la gran mayoría de personas, entre las que me cuento. Sólo la televisión acerca al gran público a las pasarelas, pero únicamente los profesionales, entendidos y aficionados saben de qué va. Lo que no quita la importancia que tiene este sector industrial, que a fin de cuentas es lo que es la moda. Desde que Eva se quitó las hojas de parra en el Paraíso, el hombre se ha vestido con los mejores ropajes que ha podido y en estos tiempos el valor de un traje de una gran diseñadora, o diseñador, puede ser incalculable. España tiene grandes creadores que se entregan totalmente en esta Fashion Week de Madrid.

En una ocasión leí que "la moda es tan fea que hay que cambiarla cada año." Y estoy de acuerdo con esta aseveración cuando se ponen en el mercado modelos absolutamente extravagantes e ideas absurdas, como esa estupidez de los vaqueros rotos o remendados, que ya es delito.

No es el caso de estos trabajos de élite en general, y en concreto de Esther Noriega, porque ella sabe combinar los modelos avanzados y contemporáneos con la armonía de los colores y la originalidad de las formas, siempre envuelto todo en una elegancia natural que bebe en el mejor clasicismo. La impronta de su creatividad no dejó indiferente a ninguna de las más de mil personas que acudieron a ver su colección, entre ellas varios actores y numerosas actrices del cine y el teatro españoles.

La producción de la lana fue determinante en la economía de Castilla y León en la Edad Media. La Mesta fue un santo y seña determinante en el devenir histórico de esta tierra. Pero no se hizo todo bien, hasta el punto de que se llevaba la lana a Burgos y desde allí partía a Flandes, donde conseguían sacar el grueso del valor añadido. Castilla y León tenía la materia prima, pero los que se beneficiaron de verdad fueron los Países Bajos porque allí se creó la industria, especialmente la de tapices. Un error, que junto a otros muchos a lo largo de la Historia, han llevado a esta tierra a una situación penosa, como lo deja patente la curva en pendiente acelerada de la despoblación.

La cabaña ovina en Castilla y León siempre ha sido importante, muy superior a la industria que ha tenido del sector; sólo en Béjar se llegó a generar una actividad importante a lo largo del río Cuerpo de Hombre, pero en los últimos cuarenta años todo se ha venido abajo. Hace unas semanas cerró la última fábrica. Un decreto franquista favoreció en su día la industria textil en Cataluña, lo que ayudó a que allí floreciera mucho más que en Castilla y León, a pesar de seguir disponiendo de mucha más materia prima, pero ahora en Cataluña tampoco es un sector boyante.

Las industrias textil y de la moda no son lo mismo, pero son primas hermanas. Apoyarlas es un modo de retomar el pasado, la historia, pero sobre todo mirar al futuro.

21/febrero/ martes

Hoy hace 200 años que nació en Valladolid José Zorrilla. Numerosos actos han puesto en marcha las instituciones y diferentes organizaciones cívicas para honrar al gran poeta romántico. Su fama empezó el día que leyó un poema en el entierro de Mariano José de Larra. Causó tal sensación que desde aquel día pasó a estar en un lugar de honor de las letras españolas.

La principal arteria de Valladolid lleva su nombre, así como una plaza en lo mejor de la ciudad y el estadio de fútbol. Zorrilla es el nombre más mencionado a lo largo del día en Valladolid, por uno u otro motivo, y durante este bicentenario mucho más. La vivienda donde nació es hoy su Casa Museo, y allí se iniciaron simbólicamente los actos.

El autor de "Don Juan Tenorio" cultivó todos los géneros: poéticos, líricos, épicos y dramáticos. Otro gran escritor vallisoletano, Narciso Alonso Cortés, su gran biógrafo, dijo de él que "era ingenuo como un niño, bondadoso, amigo de todos, ignorante del valor del dinero y ajeno a la política". En su libro "Recuerdos de un tiempo viejo" escribió: "Yo temo que nuestra revolución va a ser infructífera para España por creernos todos los españoles buenos y actos para todo y meternos todos a lo que no sabemos". ¡Qué razón tenía José Zorrilla!¡Cómo conocía a sus compatriotas!

En este 200 aniversario, como siempre que se celebra la efeméride de un escritor, el mejor homenaje es leer su obra, al menos una. Por ejemplo " A buen juez, mejor testigo", "El zapatero y el rey" o "Traidor, inconfeso y mártir". Por supuesto, en noviembre tendremos la oportunidad de recordar su "Don Juan Tenorio". En estos tiempos tan prosaicos, adustos y broncos, un poco de romanticismo, aunque sea decimonónico, nos vendrá muy bien. Conducir nuestros sentimientos por el camino emocional de la poesía, de cuando en cuando, nos supondrá un aporte imprescindible para sentirnos un poco más humanos, ahora que los robots van a sustituirnos en el quehacer diario. Hay escritores que quieren ahora descubrir y resaltar otros méritos del escritor, más allá de su alineación con el romanticismo, pero creo que va a ser una labor difícil, lo que no quita que sea loable el intento.

En fin: "¡Cuán (cuál) gritan esos malditos/pero mal rayo me parta/si en concluyendo esta carta/no pagan caros sus gritos"? "Uno para enamorarlas/, otro para conseguirlas/,otro para abandonarlas/,dos para sustituirlas/ y una hora para olvidarlas?" ¿Se adelantó Don Juan Tenorio a estos tiempos del siglo XXI? A mi los versos que me siguen cautivando son: "¡Ah! ¿No es cierto, ángel de amor,/ que en esta apartada orilla/más pura la luna brilla/y se respira mejor?..."

23/febrero/jueves

Las noticias se centran en los avatares de Iñaki Urdangarín, yerno del Rey Emérito Juan Carlos I. El vitoriano, condenado por el Caso Noos a seis años de cárcel, anda como alma en pena desde que comenzó el proceso legal y mediático. Como quiera que sus abogados han recurrido la sentencia, hasta más adelante no se sabrá si entra o no en prisión. Las televisiones le sacan hoy en los informativos mientras hace cola en un aeropuerto en Suiza mientras espera para coger un avión de bajo coste, EasayJet. Le han debido decir que tiene que demostrar signos externos de pobreza, que se haga el desarrapado, que demuestre que no se lucró ilegalmente con una empresa que montó expresamente con un socio para beneficiarse de su relación con la Casa Real, lo que hacía que picaran algunos políticos concediéndole montes y morenas.

Su mujer, la infanta Cristina, por ignorante, ha sido sólo condenada a una multa. Ignorante, claro, porque la pobre no se enteró de nada de lo que hacía su marido. Vamos, una infanta infantil.

La justicia es igual para todos, pero más igual para unos que para otros. Es más: desde el mismo momento que a unos les defienden los mejores abogados, caros e influyentes, y a otros leguleyos de andar por casa, o de oficio, la cosa ya no puede ser lo mismo.

Hoy también ha saltado la noticia de que la gran mayoría de los juzgados por las "Tarjetas Black" de Caja Madrid/Bankia han sido condenados a varios años de prisión. Entre ellos Rodrigo Rato y Miguel Blesa, dos elementos de cuidado. Lo fueron todo y ganaron dinero a mansalva, pero no se conformaban con nada. ¡Avariciosos! Ahora empiezan a pagar sus robos. Eso sí es justicia: que los "méritos" de los corruptos salgan a flote, a la luz, y paguen por ello. En torno a cincuenta deberán ir a prisión. España hay días que no la conoce ni la madre que la parió.

Los medios de comunicación resaltan que en el año 2030 la mujer vivirá 90 años en Corea del Sur, primer país en el ranking, 88 en España, cuarto lugar del mundo. Las estadísticas dicen que en los años 40 del siglo XX la mujer en España tenía una esperanza de vida de 53 años, en los 60 aumentó a 72, en los 90 llegó a los 80, y en el 2010 nada menos que los 84 años.

¿Qué significan estos datos? Algo muy sencillo: que han mejorado las condiciones de vida de forma exponencial. La alimentación y los cuidados de la salud. De los años 40 a estos tiempos media un abismo. Es importante resaltar este hecho porque solemos quejarnos, que qué mal se vive, que cuánto paro, que qué desastre de vida. Y sin quitar la importancia que esa realidad tiene, debemos decir que, en conjunto, hemos ganado muchísimo en calidad de vida, que esta es otra vida, y no la de mediados de siglo pasado cuando en España en muchos lugares se vivía en condiciones miserables.

En todos los aspectos. Ahora hay mucho menos analfabetismo, las condiciones de trabajo son infinitamente mejores, los derechos laborables, sin ser perfectos, existen y se respetan, la escolarización es total y las oportunidades para acceder a la Universidad son mucho más justas. Las personas mayores disfrutan de pensiones de jubilación impensadas antes y el trato que reciben, a pesar de los recortes sociales, es el que merecen por tantos años de sacrificio.

Tenemos hospitales, centros de salud, calles asfaltadas en los pueblos, agua potable dentro de las casas y las condiciones higiénicas no tienen ni punto de comparación con las del tiempo pasado. Pero a pesar de todo esto, datos reales e indiscutibles, aún seguimos quejándonos y creyendo que estamos en el infierno. La crítica a lo que está mal es conveniente, y debe hacerse, pero situándonos en la verdad, sin perder la perspectiva ni el oremus. España es ahora, con todos sus fallos, defectos, desastres y ladrones, una maravilla.

Los que no vivieron en los pueblos hace 50 ó 60 años no saben del todo lo que digo. Y las nuevas generaciones, nuestros hijos, se creen que inventamos. Nuestros abuelos estuvieron en la Guerra de Cuba y Filipinas, nuestros padres en la Guerra Civil española, sus hijos, o sea nosotros, vivimos la postguerra de las penurias y miserias, y las generaciones jóvenes de ahora viven en la abundancia. Muchos sin saberlo. Es la generación que llaman "millennials", chicos entre 20 y 30 años que saben que tienen un colchón, el de sus padres, y que se pueden permitir lujos y quejas con la misma naturalidad que la gente del mundo rural antaño tenía que ir al corral a hacer sus necesidades.

Y todo eso fue hace cuatro días, porque cincuenta años, o menos, cuarenta, no son nada.

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