OPINIóN
Actualizado 28/02/2017
Fernando Robustillo

Siempre, no lo dudemos, detrás de un tocomocho se halla un anciano. Axioma válido igualmente para las preferentes que para el timo del 0,25. Y esto no tiene fecha de caducidad. El viejito, lo digo con todo mi aprecio, a pesar de la experiencia que debería

Y más bueno aún si lleva corbata y, por ejemplo, se llama don Mariano, que por cierto puede uno llamarse así y estar en cualquier ventanilla sin ser presidente de gobierno, sino presunto "requisador" de la propiedad, o sea, esa labor ejercida despiadadamente contra la clase media y los pobres por banqueros sin escrúpulos. En primer lugar, y como víctimas propiciatorias, los han padecido muchos mayores, incautos ellos que lo agradecen todo, hasta cuando les engañan, sin darse cuenta que son un poder de vital importancia como granero de votos que podían aprovechar.

A veces llega hasta tal punto la ingenuidad, que algunos viejitos piensan que esa paga, dios la bendiga, es un regalo que mes a mes, y que no falte, se la ingresa en su cuenta la virgen de Fátima. La memoria, tarde o temprano fiel traicionera, se va marchando y los recuerdos se difuminan. Ya no fatigan aquellos días de sol o de penumbra, de vértigo en las alturas, de subibaja a las minas, de cuadrar cuentas, de curar enfermos, de enterrar muertos, de aulas sin refrigerar, y en general de trabajos oscuros para brillo de los poderosos y el engorde de sus haciendas. Poco a poco, ¡lástima!, se desgastan, y van a ser muy pocos los que sientan que la paga es un derecho y las subidas por debajo del IPC todo un saqueo.

Ante esto, los buitres, imagino, partiéndose de risa; son los mismos que aconsejan a los trabajadores que abran planes de pensiones con ese suculento sueldo de 700 euros y así, llegado el momento, acceder al hogar del jubilado gozosos de felicidad. Una trampa más, dicha por los que día a día corrompen la democracia, esos que apuestan por subir aún más la edad de jubilación y nos asustan con el latiguillo de que "pronto habrá un trabajador por cada jubilado". Ante esta última aseveración, si con anterioridad no se consigue en las urnas un cambio de rumbo, es verdad que al futuro jubilado sólo le queda la resignación y el sentido del humor: "¡a ver qué trabajador me toca a mí?!".

También qué pena de jóvenes esclavos de la salvaje Reforma Laboral de 2012, esa con la que les pueden poner en la calle por la mínima, o sea, dar una idea contraria a la de su jefe o por un "me gusta" a un artículo de opinión parecido a éste, jóvenes que están siendo manipulados para que asimilen que los viejitos son unos afortunados que arramplan con todo: "no os quejéis, dicen, ¡veremos qué jubilación tendremos nosotros, si la tenemos!". Esa es la consigna de la globalización capitalista de hoy: igualarnos a todos por abajo, pues con que exista una élite privilegiada basta y sobra.

¿Cómo reaccionar? Sin insultos ni etiquetas, ni llamar vieja política a la izquierda democrática ni populistas a quienes desean remar en la misma dirección. Así, sabedores de que los viejitos de hoy son nuestros padres o abuelos, habrá que luchar para que no los engañen quitándoles poder adquisitivo, al igual que los viejos de mañana, o sea, nosotros, no debemos permitir que nos quiten calidad de vida futura respecto de los viejitos de hoy. Es una lucha en espiral que está ahí y no basta con nuestro desahogo en Twitter.

¿Qué hacer? Lo primero, tomar conciencia de que hay dinero, ¡que no nos cuenten milongas! Lo que existe es un problema con dos ramificaciones: la nefasta gestión y la mala administración. ¿Por qué no pensamos que el problema de las pensiones y de los muchos males de los que adolece nuestra sociedad tendrían solución si se cerraran los desagües por donde se escapan euros hacia esas presuntas alcantarillas de las offshore, los bárcenas, urdangarines, correas, pujoles, ratos, blesas, granados, eres, etc., además de tanto gasto superfluo en sueldos elevados a consejeros públicos y privados con cargo al erario? Nuestro dinero, el dinero de Hacienda, que también sale de nuestro trabajo, está ahí. Dejemos de fijarnos -esto lo decimos para el Pacto de Toledo- sólo en los ingresos a la Seguridad Social, que esa es otra trampa.

Hay que pensar que las carreteras no se pusieron solas, que los hospitales no nacieron como la hierba, que los colegios no se han sustentado con las notas de los chavales. Todo, absolutamente todo, ha salido de nuestro trabajo. Si los brazos cayeran, el dinero por sí solo, aunque los billetes fueran verdes, no habría manera de sembrarlo.

En resumen, la caja de la Seguridad Social se debe llenar cuanto antes con partidas desde los Presupuestos, los jóvenes deben tener trabajo con derechos y sueldos dignos, la Administración debe hacer con urgencia una cura de adelgazamiento y los mayores dejar sus puestos de trabajo a los 65 años con unos ingresos suficientes para enriquecer la economía y disfrutar unos añitos? Y si viven muchos años, no sentirlo como una desgracia.

Si no es así, pasemos a dar la razón al "indignado", hoy fallecido, José Luis Sampedro: "Esto acaba por degradación moral. Hemos olvidado justicia y dignidad".

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