OPINIóN
Actualizado 27/02/2017
Redacción

La mitad de mi alma es el silencio; la otra mitad la tarde que susurra cuando me abraza el resplandor violeta del sitio donde tengo mi raíz. Ella viene conmigo y me ata al tiempo. Hoy los caminos se abren como ancianos que pasan saludándome entre almendros. La dignidad me envuelve. Ella me habla y en los escaramujos del camino el cielo ya violeta se eterniza, se hace mujer, tierra, humanidad.

Fotografía: Isabel Casado / Ermita del Viso (Salamanca)

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