Estos días ha ocurrido un hecho muy llamativo, pero que no ha agitado mucho a la despierta sociedad salmantina, siempre en vanguardia. Me refiero a lo que ha pasado en el municipio de Retortillo y sus alrededores. Hemos podido observar magníficas estampas de progreso y desarrollo en ese lugar: centenarias encinas arrancadas de cuajo para dejar sitio al futuro sin par que nos aguarda. A quien le importa que a nuestros antepasados les pareciera un árbol mágico, hace demasiado tiempo que le perdimos el respeto a la naturaleza y nosotros ya no formamos parte de ella.
Justo también en estos días algunos medios de comunicación nacionales, supongo que para algunos les sonaría más adecuado rojos populistas bolivarianos, han ocupado parte de sus esfuerzos y espacios en hablar del despoblamiento, y consiguiente envejecimiento, del interior de la Península Ibérica. Un tema recurrente desde hace años, aunque no le atraiga mucho a la prensa patriótica o como Dios manda, y menos a las autoridades más afines y colocadas en el poder por los votos de miles de salmantinos o conciudadanos regionales.
Ya me he referido alguna vez a cómo hemos afrontado el desarrollo y progreso en la provincia de Salamanca. A las noticias que se recogían en su momento cuando alguien de fuera construía grandes infraestructuras, el tono exaltado alabando el bienestar futuro en los discursos de las autoridades. En un régimen fascista y dictatorial como el anterior era bastante entendible, pero no es que haya cambiado mucho después. Con el paso del tiempo hemos visto, para quien lo haya querido ver claro, que todo aquello era palabrería vaga que se ha quedado en nada, ¿populismo?.
Como las últimas demostraciones de progreso han coincidido con el comienzo del año, quien haya querido habrá prestado atención a las cifras de población, seguramente el mejor termómetro para comprobar si lo realizado ha servido para algo. Y resulta que la gente se sigue marchando, cada vez somos menos y más viejos. Aunque el Partido Popular y otros sigan haciéndose los remolones en este tema, y hay que dar gracias que encima esto supone un avance frente a lo que decían hace poco.
Pero no nos preocupemos, a pesar que el tiempo ha demostrado que el supuesto modelo de desarrollo provincial es un absoluto y esquilmador fracaso, seguimos. Que la minería del uranio cierra por perder rentabilidad, aparece alguien y nos dice lo equivocados que estamos para poner en marcha una nueva mina. No sé porque esto me recuerda a clases de geografía que hablaban del Tercer Mundo (hoy países en vías de desarrollo que suena mejor) como fuente de recursos que explotan los países desarrollados. En nuestro caso una empresa Australiana, más lista que la empresa pública española del tema, de actividad un tanto difusa que impulsa una explotación a cielo abierto de material radiactivo que exige destruir nuestro paisaje protegido y los recursos que este tiene. Sí, ese que no queremos aprovechar nunca. Empiezan por 30.000 encinas y luego seguirán los cursos de agua, balnearios incluidos, con la entusiasta asistencia de algunos que casualmente encuentran trabajo ahí, junto a decisiones de autoridades muy colaborativas.
Y todo para no más de dos décadas de explotación. Entonces se irán y desparecerán los empleos, menos de los que dicen como demuestra siempre la experiencia y además de cualificaciones que no existen en la provincia. Y dejaran el paisaje y los ríos destruidos e inutilizados para decenios, además de la inquietante presencia de una sobre radiación con efectos ya más que demostrados en la población. Claro que entonces también habrá menos gente, y los viejos ya sabemos que son muy molestos, estropeando los presupuestos del Estado con eso de las pensiones.
Por supuesto que los beneficios, el dinero que alguien ganará al no afrontar los gastos reales de la explotación que les subvencionaremos de alguna manera, también se irán. Pero todos contentos, los que queden, a la espera de un nuevo salvador y una nueva falacia. Porque, desde luego, la mayoría tiene claro que afrontar nuestro futuro no es algo que nos incumba, es tarea de otros.
Por cierto, me dicen que una grave enfermedad amenaza a nuestro árbol más emblemático, provocada por un hongo que llaman "la seca", ¿qué hacen nuestras autoridades para afrontar esto?. Quizás destruirlas sea una medida preventiva muy salmantina, dada la "facilidad" con la que enferman los árboles por aquí.