El dilema de ver crecer a los hijos es que tú decreces, menguas, a veces de forma compulsiva y cuando antes te sobraba el aire, ahora te falta, cuando subes la escalera del garaje. O cuando te dan ataques de lumbalgia y por la mañana no te puedes atar los cordones de los zapatos o para lavarte la cara necesitas un prospecto. O cuando tienes que llamar a Chicote para ponerte los calcetines porque el cuerpo no funciona. O cuando te despiertas sobresaltado de noche porque te sientes ahogar ?apnea le llaman- y piensas de golpe, "se acabó todo", ya me perdí la gloriosa legislatura de Donald Trump. Pero no, me doy un golpe de pecho y se pasa. Por la mañana, con la actividad, no me entero de nada, se me olvida todo, amnesia total, como Cristina de Borbón.
Tengo muchos pájaros en la cabeza pero el cuerpo permanece enjaulado en un misterioso ejercicio de pesadumbre, nostalgia e ilusionismo que cada día entiendo menos.