OPINIóN
Actualizado 21/02/2017
Redacción

Vaya por delante, cualquier forma de apropiación de dinero público, de abuso ya no de autoridad, sino de parentesco, cualquier forma de estupidez disfrazada de ignorancia financiera me parece sencillamente deleznable, merecedora de oprobio, multa, cárcel y vergüenza? sin embargo, este aluvión inacabable de burlas de todo tipo y mal gusto hacia el caso Noos está empezando a agotarme. A mí me enseñaron de chica aquello de "Odia el delito y compadece al delincuente" y aunque me encantaría que se pagase hasta el último céntimo y se castigase de forma ejemplar a quien comete semejantes tropelías, también creo que tanta saña es innecesaria. Y más cuando se alude a niños que, esperemos, vivan esto envueltos en la ignorancia del privilegio.

Lo siento, en un mundo donde se corta la luz a gente a la que no le llega para comer, donde trabajadores que toda la vida que han cumplido con sus obligaciones se ven fuera de sus casas y con una deuda atroz, compadecerse de la pareja Urdangarín parece estúpido. Quizás lo soy, estúpida, digo, pero no puedo con tamaña saña. Lo siento. Si alguien quiere dejar de leerme o de tenerme de amiga en el face, que lo haga ahora. No puedo con la injusticia que nos tiene a todos agarrados de lo que logramos salvar de tanta corrupción, de tanto recorte, de tanta mala práctica? lo sé, pero ya está bien de hacer tanta leña del árbol caído. Con esa leña no nos vamos a calentar, al menos yo no. Yo lo que quiero es que se pague hasta el último céntimo de tanta mala, criminal práctica, yo lo que quiero es que aquel que robe devuelva para que dejen tantos recortes de ahogarnos a quienes pagamos hasta el último globo de la fiesta del niño o hasta el último baldosín de nuestra casa que no palacete? pero no quiero esta mala sangre convertida en chiste, en constante burla, en alusión a menores que demasiada desgracia tienen. Lo siento, esto es lo que ahora se me ocurre viendo tanta mala baba. Bien merecida, seguramente, infinitamente merecida, claro que sí, pero indigna.

Nosotros, los que trabajamos, pagamos, intentamos ser honestos no deberíamos tampoco ir más allá de una ira tremendamente justificada, pero también excesiva. Lo siento. Me disculpo mil veces, esa es mi opinión, mi visión de las cosas. Una tristeza compasiva. Nos han robado, nos roban en nuestras propias narices, con alevosía, con cierto regodeo, con saña, con chulería. Ahora que la justicia ha hablado con voz tibia, cierto, no queda sino dejar tanta arremetida contra lo personal, contra quien merece el oprobio pero no su reiteración ya casi cruel. A mí no me hace ya ninguna gracia. Y me atrevo a decirlo, condena, sí, y mucha, pero basta ya de ensañamiento personal, basta. Seamos mejores que ellos.

Charo Alonso.

Fotografía: Fernando Sánchez Gómez.

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